El mercado granario está agitado. Y esta vez no es la soja la que desvela a los operadores. Es el trigo, un producto clave y emblemático en la mesa de los argentinos.
La escasa oferta del trigo explica los altísimos precios. Y es consecuencia de la peor campaña triguera en más de medio siglo: el ciclo 2012/13 –cosechado hacia fines del año pasado– arrojó entre 9 millones y 11 millones de toneladas de producción total, de acuerdo a diversas estimaciones públicas y privadas.
“Moreno lo hizo”, manifestó ayer entre irónico y resignado un operador para explicar los motivos por los que la posición julio de trigo en el Mercado a Término de Buenos Aires (Matba) cotizaba casi 50% más que el mismo contrato en el mercado estadounidense de Kansas. Ayer, en Buenos Aires, se llegó a ofrecer u$s 383 por tonelada de trigo, más de $ 2.100 a tipo de cambio oficial; mientras la soja disponible en Rosario cerró a u$s 331 los mil kilogramos, ($ 1.744).
La situación es inédita y las opiniones de los analistas están divididas entre quienes consideran que no existe cantidad suficiente de cereal como para que los molinos transformen el grano en harina, y quienes creen que, aunque con lo justo, se llega a la nueva campaña, que se está plantando ahora y se cosechará hacia fines de año.
Es que la política de intervención estatal en el mercado triguero derivó en la actual mala campaña. Desde 2006, el trigo está sometido a fortísimas regulaciones y el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, tiene la última palabra en torno a cuánto cereal puede exportarse.
La premisa fue simple: que alcance el trigo para las necesidades del consumo interno, que el Gobierno calcula entre 6,5 millones y 7 millones de toneladas. El excedente suele exportarse a través de las autorizaciones, a cuentagotas, por parte de Comercio Interior. Eso derivó en un mercado prácticamente cautivo, con precios del cereal planchados durante seis años, que llevaron que el productor a plantar lo mínimo indispensable de trigo –hay regiones como el sur bonaerense que no tienen otra alternativa invernal–y volcarse a otros cultivos más rentables, como el sorgo o, principalmente en los últimos dos ciclos, la cebada.
Así se pasó de destinar 7 millones de hectáreas en 2002 a la siembra de trigo y una producción de 15 millones de toneladas, al área de 3,7 millones de hectáreas de la campaña 2012//13, con los 9 a 11 millones estimados. En este último ciclo, los exportadores compraron 5 millones de toneladas de trigo. Pero se estima que no podrán vender a otros países más de 3,2 millones de toneladas del cereal. El resto debería redirigirse al mercado interno. La molinería hasta el momento adquirió unas 2,5 millones de toneladas.
Se calcula que los acopios y productores tienen unos 2,2 millones de toneladas en su poder. Eso, sumado a los 1,8 millones que la exportación debería volcar al mercado interno, deja un remanente de 4 millones de toneladas para consumo interno, que cubren muy justo las necesidades mínimas de los molinos. Esos mismos jugadores que cuando sobraba el trigo limitaban sus compras a 500.000 toneladas mensuales, ahora requerirían de al menos 1,2 millón de toneladas al mes. Por eso pugnan, vía precios, para intentar garantizarse mercadería de calidad. A la escasez, se suma la incógnita respecto de cuánto del trigo que queda disponible tiene la calidad suficiente como para ser transformado en harina.
Precios de importación
Ayer el trigo disponible cotizó en u$s 400 la tonelada sobre Buenos Aires. Aunque no se cerraron negocios a esos valores, varios analistas creen que ese nivel da paso a una posible importación del cereal. Consideran que esos valores son exagerados cuando en el mundo, el precio del cereal está por debajo de u$s 300. Es más, apuntan que el trigo Kansas está abajo de u$s 260 la tonelada y el cereal de Rusia –que producirá este año 50 millones de toneladas y exportará al menos 15 millones, la mayor parte entre julio y octubre próximos–.
Habrá que pasar el invierno entre advertencias de posible escasez de harinas, incrementos de precios y siempre la mirada atenta a lo que disponga Moreno. La expectativa es que estas preocupantes cifras no se repitan. Según prevé el Ministerio de Agricultura, la campaña 2013/14 tiene una intención de siembra 25% superior a la previa, con lo que se estarían destinando 4 millones de hectáreas al grano. Para apuntalar esa expectativa, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner prometió hace unos días devolver en 2013 lo que se recaude por retenciones a las exportaciones de trigo (23%). El mercado, de momento, acompaña esa visión optimista: el trigo enero 2014 cerró ayer a u$s 195 la tonelada, en sintonía con los valores habituales para esta época del año.