En la pista Central de Palermo, un caballo de la raza Polo Argentino va y viene. Por momentos, se parece a un jugador de fútbol, de esos gambeteadores indescifrables, que amagan con arrancar y se quedan, que hacen el gesto de ir a la izquierda y vuelcan para la derecha. Con un toque casi imperceptible, “Lolo” Castagnola, uno de los mejores polistas del mundo, ajusta un poco la rienda, un tacazo leve y el caballo galopa a fondo.
Ahora otro gesto imperceptible y el caballo se planta. Si bien hay públicos bien definidos en La Rural (los que saben del asunto y que vienen para ver cuál se consagra como campeón, y el público de vacaciones, que mira vacas-toros-terneros-llamas-canarios-ovejas-chanchos), la pirueta genera aplausos en todos los sectores. Pocos animales como los caballos logran arrancar ese aplauso unánime: ya había pasado con los riesgosos cruces que hace el escuadrón de la Policía Federal y la exhibición de aperos. Cuando los equinos están en la pista, siempre hay garantía de tribunas repletas, como ocurrió ayer, a pesar del frío extremo, en la muestra de Palermo.
“Venimos todos los años a La Rural. Nos gustan los caballos, pero recorremos todo el predio”, dice Sonia Carabajal (30) junto a sus dos hijos. Vino con su mamá Alicia, que vive en Santiago del Estero. Sonia y sus hijos, de San Cristóbal, están en el borde de la pista Central, atentos al programa del día. “Mirá como le limpian los mocos”, le explica a sus hijos. Y sí, al caballo le limpian los mocos porque ya pasó el turno del paseo en la pista y ahora llega la segunda parte de la competencia, cuando los jurados ven el animal quieto y eligen al de mejor característica. Entonces lo vuelven a cepillar y le pasan un trapo por los cuartos traseros, para que luzcan más (es una de las partes que más observan los jurados).
Por los altavoces eligen al ganador, el número 2017. Lo lleva de la rienda Prudencio Güiraldes, que de la pista al box recibe felicitaciones de todos. “Le teníamos fe al caballo”, dice el dueño, Ezequiel Sojo, criador de Unión del Salado, de San Miguel del Monte. “Era una competencia muy dura, hay caballos de buena genética”, dice. Para elegir a los mejores, los jurados tienen en cuenta la sensibilidad y la receptividad del caballo, es decir cómo responde a la orden que da el jinete. Y también la genética del animal, para lo cual se invierten miles de dólares.
Pero hay retribución: en las tribunas pueden estar los emisarios de jeques árabes, amantes de los caballos de polo. Aunque no hace falta ser millonario para pasarla bien. “A mí me gusta el 2023. ¿Cuál es el tuyo?”, le dice una nena a la otra, mientras juegan en la tribuna.
Rural Palermo
Una tarde a puro galope La pista central estuvo colmada para ver el show de los caballos.
25 Jul 2012
25 Jul 2012