Como si el pueblo mismo intentara evitar el lugar, todo es silencio y quietud alrededor de la vieja estructura. La sede central de la Cooperativa Guillermo Lehmann, en la pequeña comunidad de Pilar, a unos 45 kilómetros de esta ciudad, está desierta. No es la única. Hay allí una lista de 33 tambos que esperan su turno para ser rematados por sus abultadas deudas, producto de la crisis del sector.
A sólo unos 200 metros reina un clima tenso. Una típica casilla que los maquinistas usan para acampar hace de sede central de un bloqueo de unos 30 tamberos a una usina láctea. "Si esto no llega a buen puerto, a fin de año habrá 5000 tambos que se convertirán en pooles de soja", advirtió un productor.
Hoy existen unos 10.000 emprendimientos lácteos que emplean directa e indirectamente a unas 80.000 personas y, según la Sociedad Rural Argentina (SRA), cierran tres tambos por día desde 1988.
"El productor está desapareciendo", sentenció Marcelo, otro tambero. Detrás de él, uno de sus compañeros consolaba a un desesperado productor que no logra asimilar el sacrificio económico que significa no poder vender la leche y tener que tirarla. La zona se tiñó de blanco en los últimos días. Aquí se producen cerca de 10 millones de litros de leche diarios y gran parte fue desechada por la incapacidad de poder almacenarla. "Ayer tuve que tirar 12.000 litros", dijo un tambero de Esperanza, dolido por no poder donarlos debido a "los serios riesgos bromatológicos" que implica la ingesta de leche no pasteurizada.
Sin embargo, no era la tensión el denominador común en los siete bloqueos -de los 25 realizados en la provincia- en las localidades de Franck, Esperanza, Humboldt, Bella Italia, Rafaela, Pilar y Sunchales. Entre mate, chorizo, pan y fogones se percibía más bien la desesperación por ver, otra vez, moribundo a un emprendimiento considerado "familiar", como lo es un tambo en esta cuenca lechera.
El nudo del conflicto es el precio, increíblemente dispar entre el productor y el supermercado, y la inflación. Los tamberos reciben $ 1,49 por litro de leche de parte de las industrias cuando su costo es -estiman- de alrededor $ 1,65. Pero además, también según los productores, las fábricas les habrían anticipado en las últimas semanas que podrían recibir entre 10 o 15 centavos menos por el litro de leche en el próximo verano.
Según un informe de la SRA, desde 2008, poco después de que asumiera Cristina Kirchner, el precio al productor subió 89%, los costos tamberos se elevaron un 139% y el precio al consumidor de la leche se disparó un 163 por ciento.
En este marco, el reclamo de los tamberos es por una redistribución de la rentabilidad dentro de la cadena que los favorezca y además una ley de lechería para el sector que hoy vive un vacío legal.
Entre los costos que subieron se cuenta el maíz, el alimento balanceado, el gasoil (que pasó de $ 3,80 a 6,20), el alquiler de los campos, los productos de limpieza y los servicios de profesionales como ingenieros, veterinarios o nutricionistas, entre otros. Pero además los tamberos sufren la presión fiscal en tiempos de arcas vacías: pagan ingresos brutos, Ganancias, impuesto al cheque, IVA, impuesto inmobiliario rural y tasas comunales (como el impuesto por hectárea para hacer caminos).
"Aquí se elabora el dulce orgullo de los argentinos", puede leerse en un cartel de la planta de productos Ilolay, en Bella Italia. Rodeado por gomas de tractores y camiones para cerrar el ingreso en la fábrica, y de guardias de seguridad de la firma Williner, Daniel Oggero, director de Federación Agraria Argentina (FAA) anticipó que una mejora de 10 centavos en el precio sería una señal que podría impulsar el levantamiento de los bloqueos "sólo hasta que el Gobierno termine de analizar la cadena del sector", como prometió en los últimos días.
"Esto mata al pueblo", dice en el piquete de Franck Sergio Ambart, dirigente de la sociedad rural de Esperanza y afiliado de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA). Sentado en una silla playera de lona alrededor de troncos convertidos casi en cenizas afirma: "De estas economías chicas vive mucha gente. Nosotros no somos Biolcati [por el presidente de la SRA], acá somos productores chicos, de entre 800 y 3000 litros diarios".
El productor estima que 1000 hectáreas de soja necesitan de un empleado, mientras que la misma porción de campo emplea a 25 trabajadores para un tambo. "Si cerramos, los 24 que se van de los pueblos engrosarán las villas de Rosario", dijo..
Francisco Jueguen