Canchero, sonriente, vestido con un simpático look casual, nadie creería que Leandro se siente tan agobiado: "Me acuerdo de cuando me escribía cartas con un amigo que vivía afuera, o del primer departamento familiar, en el que no había teléfono y teníamos que usar el público… La vida fluía igual, podíamos organizarnos sin ningún problema. Pero hoy, si no me contestan un e-mail o un mensaje de texto en minutos, te juro que me da como una impotencia y una ansiedad… ¡cómo puede ser que no me respondan!, pienso. Sé que es una locura, pero es un sentimiento más fuerte que yo, como que no puedo evitarlo", concluye este productor de 30 y tantos que no suelta ni por un minuto (literalmente) su Iphone último modelo. Como él, cada vez son más los hombres y las mujeres que sufren de tecnoestrés. Sí, acertaron: los "tecnoestresados" son aquellos que no pueden dejar de mirar el celular o la pantalla de su computadora ni aunque estén fuera del horario laboral, o en una reunión con amigos o incluso de vacaciones. Y cuando no están en contacto con estos aparatos (porque, por ejemplo, están durmiendo) tampoco pueden apagarlos.
Sin embargo, y tal como describe el español José María Martínez Selva, profesor de Psicobiología de la Universidad de Murcia y autor del libro Tecnoestrés , esta dolencia también aqueja a los que están en la vereda de enfrente, generalmente gente mayor que se siente superada por las herramientas digitales y que se autoexcluye del avance tecnológico. Estas personas tampoco atinan a pedir ayuda e intentan infructuosamente aprender por las suyas, lo cual deriva en más frustración y más problemas (pensemos en la inmensa cantidad de trámites simples que hoy se realizan vía internet, como el home banking). En síntesis, y aunque todavía es casi una novedad en el universo de la psiquiatría clínica, "tecnoestrés" es el término con el que la ciencia define hoy a una serie de trastornos provocados por el mal uso de las TIC (tecnologías de la información y comunicación).
AQUÍ, LAS CLAVES PARA DESENCHUFARTE
Algunas claves del de-teching , el nombre que engloba a las acciones que nos ayudan a desintoxicarnos del uso excesivo de las TIC.
Detectar qué herramientas digitales pueden servirnos y cuáles no (desde qué equipo comprar hasta qué red social utilizar).
También evaluar cuándo conviene usarlas (por ejemplo, evitar el acceso a una cuenta personal durante las horas de trabajo y, a la inversa, no conectarnos al e-mail corporativo cuando estamos en casa).
Entender que somos nosotros quienes determinamos responder un mensaje de texto y no la alarma de nuestro teléfono celular.
Si trabajamos, abrir sólo las páginas que nos sirven a ese fin y restringir el acceso a sitios que puedan distraernos.
Tomarnos siestas digitales. En la Web pueden bajarse, gratis, aplicaciones que se programan para que, con la frecuencia que deseemos, el monitor cambie de color para proyectar imágenes relajantes y emitir música suave (ver Ommmwriter, Workrave o Eyerelax).
Fijar parámetros para trabajar o conectarnos en casa, estableciendo períodos de desconexión, y asumir la responsabilidad de cumplirlos.
