Los valles de Limarí, Recoleta, Huallillinga, Paloma, El Palqui, Huatulame, Chañaral Alto y Combarbalá, en el norte de Chile se muestran cientos de hectáreas plantadas con uva de mesa, paltos y mandarinos que han ido ganando terreno a los áridos cerros del paisaje reinante.
Tales valles productivos son un aporte a la economía regional y además, representan una actividad que se forja desde la tradición. Hasta hace algunos años, la bonanza que otorgaba la tierra era inmensa, sin embargo, el desánimo cunde entre los grandes productores, quienes coinciden en que nunca habían enfrentado una situación de estas características. Saben muy bien que la agricultura tiene sus vaivenes.
Uno de los primeros territorios en comenzar a sentir el impacto de la falta de agua es el que se nutre por el embalse Cogotí, que quedó sin reservas en enero. En la sociedad agrícola El Porvenir, próximo a la ciudad de Combarbalá, llama la atención que han cortado gran cantidad de parras.
Alejandro de la Torre, encargado del riego del predio, señala que con mucho esfuerzo lograron salvar la producción de esta temporada. “Acá tenemos 150 hectáreas, este año ya terminamos la cosecha. Tuvimos más o menos los mismos rendimientos porque nosotros tuvimos agua del año anterior. Fuimos el único campo que tenía reservas. Es más, nuestro turno tuvimos que cederlo a quienes no tenían agua. Pero ya a varios de por aquí se les están secando las plantas”, sostiene.
Donde no tuvieron igual suerte, indicó, fue en otro predio que mantienen en el Valle Hermoso, por el río Pama, ubicado a 30 kilómetros de Combarbalá. Allí cuentan con 100 hectáreas de uva de mesa, cuya pérdida fue total. “De cien hectáreas que tenía este predio, hubo que tirar toda la fruta, porque no pudimos salvarla. Sólo pudimos realizar un riego de mantención; eliminamos mangueras, tratamos de regar por la noche. Buscamos muchas alternativas para optimizar mejor los pocos recursos que teníamos, pero era poco lo que podíamos hacer”, relata.
En este sector en general, agrega, están viviendo inconvenientes desde diciembre del año pasado, donde se agotaron prácticamente todas las reservas hídricas. “Hay casos de terrenos que están muy complicados. Hay gente que tuvo que cortar las plantas, tenían paltos y los cortaron a 40 centímetros para salvar el tronco y a los que tienen menos acciones de agua se les han secado, simplemente”, detalla.
Respecto a si las plantas que fueron arrancadas obedecen a una medida que tomaron los productores, debido a la sequía, señala que, efectivamente, tiene directa relación pues hay cuarteles que están siendo menos productivos. “Y si los estamos regando menos que la capacidad normal, menor producción vamos a tener. Entonces, entre hacer ese gasto, es mejor renovar ahora que se puede”.
Así es como, indica, escogieron la reconversión. “Hemos optado por adoptar frutales de menos requerimiento hídrico, por lo cual se cambiaron casi 30 hectáreas a granado”. En este sentido, explica que para sacar una uva variedad Thomson se requieren 11 mil metros cúbicos de agua al año “y los granados estamos aspirando a sacar un fruto de calidad con 5 mil metros cúbicos”.
En cuanto al mercado que tiene este fruto, señala que ya exportaron su primera producción y, aunque los precios son menores, “nos permite salvar el recurso”.
Entre otras medidas, también apostaron por realizar injertos con especies de vides que sean más resistentes a la falta de agua. “Lo otro será dejar aquellas que están en mejores suelos, estamos haciendo un manejo pero si no llueve, la situación se va a poner mucho más complicada”, recalcó. Incluso, dijo, de no mediar las precipitaciones, no descarta dejar secar algunas plantas.
En Ovalle se encuentra el valle del río Mostazal, donde tiene su predio de uva de mesa el agricultor Iván Varela.
Este último cuenta que en ese sector actualmente, el río está dividido en 7 secciones. Con ello, los turnos les permiten recibir agua sólo cada 25 días. “Esto es muy dramático, de hecho, ya se vieron afectadas las cosechas este año”, sostiene.
En efecto, dice, la producción de uva pisquera 2012-2013 fue en promedio un 40% menos que la de la temporada pasada y la caída en la cosecha de uva de exportación fue de alrededor de un 20% menos.
La situación se agrava a medida que pasan los meses, afirma, pues la ausencia de lluvias los mantiene en vilo. “Este mismo régimen de riego lo venimos aplicando desde diciembre, todos estos meses la planta necesitaba mucha más agua, eso justifica la baja en las producciones”, dice, analizando este escenario.
A la fecha, señala que en el caso de la uva todavía no ha habido corta de parrones y la presencia de paltos en este valle es muy mínima. “Pero, si es que este año no llueve, sí va a haber parrones que van a tener que dejar secar, porque no va a haber suficiente agua. Si es que no llueve en los próximos 30 días va a ser crítico, porque cada vez serán más extensos los periodos en que se va a entregar agua y la próxima temporada ya va a haber predios que se van a tener que dejar de explotar”, manifiesta, preocupado.
En su gran mayoría, dice Varela, en este valle existen parcelas que trabajan a nivel familiar, que no van a resistir por mucho tiempo y tendrán que buscar otra fuente laboral. “Mucha de esa gente va a emigrar y tendrá que ir a buscar otro trabajo, porque no les va a alcanzar para mantener la familia. Por el momento no ha habido despidos, porque logramos sacar la temporada y estamos en el proceso de poda, pero si no llueve, lamentablemente vamos a tener que dejar secar algunas plantas y eso nos llevará a contratar menos gente”, precisa.
Apostando por la reconversión. La secretaria regional de Agricultura (seremi) de Agricultura, Daniela Norambuena, reconoce que, pese a que la temporada pasada lograron salir adelante. Sí existen algunos agricultores que estarían optando por medidas como la poda. “En algunos casos ya se están podando árboles. Son casos puntuales, no son muchas hectáreas, no tenemos en concreto cuánto es, pero calculamos que la reducción - sobre todo de paltos -, llegaría a un 10%”, indicó.
En todo caso, dice la autoridad, estas pérdidas han sido más llevaderas pues en productos como la palta, ha habido precios del mercado que han mitigado esta merma. “El palto tuvo un muy buen precio en el mercado nacional, por lo tanto, eso permitió que este rubro pudiese tener retornos más importantes”, precisó.
En el caso de los cítricos, dicen que no han tenido noticias de disminución de hectáreas, porque requieren de una menor demanda hídrica “y en general las variedades que existen están más adaptadas a estas condiciones y han podido salvaguardar esta temporada”.
A juicio de la autoridad, la recomendación en el mediano plazo será la reconversión agrícola. “La agricultura en sí tiene que tener un proceso de reconversión, el déficit hídrico vino para quedarse, esto se venía prediciendo hace tiempo atrás y hoy es una realidad. Por lo tanto, los agricultores hoy en día tienen que buscar nuevos nichos de mercado para que puedan tener mejores precios y tal vez producir una menor cantidad, de acuerdo a la disponibilidad hídrica”.
Según expresa Norambuena, es tiempo de analizar si se puede optar por especies que estén más de acuerdo a las condiciones agroclimáticas de la región “y para eso estamos contemplando un programa de transferencia tecnológica con el que buscamos poder decirle a los agricultores que tengan todas las herramientas necesarias para hacer un mejor uso del agua y cuáles serían las especies que son más resistentes”, puntualizó.
La crisis en números. Según cifras manejadas por la Sociedad Agrícola del Norte, en la región en total existirían más de 100 mil hectáreas bajo riego, con 80 empresas exportadoras de mayor tamaño y 2.532 pequeñas y medianas empresas, que emplean a más de 42.000 personas. De ellas, sólo el 51% tiene riego tecnificado.
Estos campos producen 450.000 toneladas de frutas para el mercado nacional e internacional, con retornos cercanos a los 476 millones de dólares en productos. En ellos, el impacto de la escasez hídrica ha sido evidente. Se calcula que habría una reducción de más de 2.000 roles agrícolas en la última década, con pérdidas por US$ 120.000.000 en retornos de exportaciones de productos agroalimentarios en la última temporada (30% de producción frutícola), a los que se suman los US$ 42.000.000 por el impacto de tipo de cambio.
En cuanto a la compra de semillas y almácigos para cultivos de invierno, ya existe una baja de un 50% en los volúmenes. También ha habido una disminución de peso y grado de uva de mesa, vinífera y pisquera.
A esto se agrega el aumento de endeudamiento de 800 pymes agrícolas con efecto en la descapitalización sin acceso a banca privada. Con ello se estima la pérdida de más de 5.000 empleos.
Daniela Guajardo
