La ganadería nacional recuperó 3 de los 10 millones de vacunos que perdió entre 2006 y 2010. Según datos que mantiene el Servicio Nacional de Sanidad Agroalimentaria (Senasa), el stock bovino se ubicaría ahora en torno a 51,7 millones de cabezas. Así y todo, son varias las voces que advierten que este proceso ya se detuvo porque los números vuelven a ser estrechos para los productores.
A falta de censo agropecuario del INDEC, la única medición de los rodeos la hace Senasa en base a la vacunación contra la aftosa. De allí surge el dato alentador que indica que el stock bovino se ubicaba en torno a 51,7 millones a fin de 2012. La suba ha sido vertiginosa desde que a fin de 2009 estalló la crisis ganadera y por la falta de hacienda los precios del ganado se duplicaron en un muy corto lapso, convirtiendo de nuevo en atractivo el negocio.
Antes de eso, Moreno había “pisado” los precios al productor desde 2006, provocando un efecto desaliento que condujo a la peor sangría ganadera de la historia: el stock, que había llegado a 58 millones de cabezas en 2007, se redujo a 48 millones tres años más tarde, cerca del 20%.
Con los precios “liberados”, los ganaderos volvieron a apostar reteniendo hembras en sus campos. Es el mejor indicador, porque las vacas son en definitiva las fábricas de más bovinos. En la crisis, la faena de hembras llegó a superar 50% del total, reflejando una fuerte liquidación. Luego se redujo a 36% y los campos volvieron a poblarse.
La Cámara de la Industria de la Carne (CICCRA) advirtió que, sin embargo, ese indicador volvió a crecer y se ubica ahora en 42,5%. Miguel Schiariti, su titular, ubicó la línea de equilibrio en 43%. Y advirtió: “De continuar esta tendencia en pocos meses más se reiniciará una liquidación de stocks”.
En cambio, el analista Víctor Tonelli opinó que la recuperación “seguirá en ritmo interesante hasta 2015, producto de la inercia de la retención que se generó”.
La actividad ya no disfruta de los buenos márgenes de la post-crisis. Al contrario, su poder de compra está cayendo de modo acelerado. El productor Matías Sara lo explicó: aunque el precio promedio del novillo en Liniers subió en dos años (en 2011 el kilo vivo cotizaba a 7,28 pesos y ahora lo hacía a 8,66 pesos), la realidad es que ajustado por la inflación real su poder de compra cayó más del 30%. Peor todavía es el escenario si lo que se quiere comprar son dólares, refugio habitual de un ganadero. Hace dos años podía adquirir 1,77 dólares por kilo vivo. Hoy solo 1,09.
