Decir que el sector lechero no está en su mejor momento no es ninguna novedad aunque, según información de la Sociedad Rural, del estancamiento de los últimos años se está pasando a un escenario de reducción de la producción de entre un 10-12% respecto de 2012.
Las causas son muchas y entre ellas se destaca el congelamiento de precios durante casi dos años y la falta de políticas activas para el sector.
El consumo interno ronda los 8.000 millones de litros y se mantiene estable por lo que toda producción por encima de ese valor se destina al mercado externo.
Más allá de los datos de consumo es importante resaltar que en Argentina el productor recibe el precio más bajo entre los países productores con solo un crecimiento de 11% respecto a otros mercados que vieron engrosar los valores entre un 28 y 70%. Esta sería la razón más importante por la cual no aumenta la producción nacional.
En este contexto se retoma una vieja discusión acerca de la utilización o no de la Somatotropina bovina, hormona inyectable que aumenta la producción individual por animal sin afectar la calidad de la leche. Los defensores de esta tecnología afirman que con la inclusión de esta práctica se solucionarían muchos problemas de una gran cantidad de productores ya que aumentarían fuertemente los ingresos por la mayor cantidad de leche producida.
A nivel mundial existe una dicotomía ya que mientras muchos países, como EEUU, Brasil y Chile la aceptan, otros como la Unión Europea, Nueva Zelanda, Australia, Uruguay y la Argentina no autorizan su aplicación.
A nivel local existen opiniones divididas, una docente de la FAUBA informa a Agritotal.com que, si bien la hormona no se puede utilizar en Argentina, la Organización Mundial de la Salud (OMS) especifica que no presenta riesgos a la salud humana por conformarse de una proteína de fácil degradación a través de tratamientos térmicos.
Desde la industria dudan de los beneficios de una eventual autorización. La Serenísima se niega rotundamente y presiona para que no sea liberado su uso; mientras que durante una charla con Agritotal.com, el ing. Sergio Montiel, responsable de comunicación de Sancor duda de los beneficios aparentes de la utilización de la hormona y afirma que de detectarse un lote con presencia de rBST sería rechazado inmediatamente, a lo que agrega que sería necesario realizar un análisis más profundo acerca de los riesgos de aparición de barreras para-arancelarias y de rechazo por parte de una porción de los consumidores. Esto sorprende ya que Sancor exporta a destinos que no tendrían inconvenientes en la aceptación de leche producida con la hormona como Venezuela, Angola y Brasil.
El Ing. Agr. Santiago Fariña, coordinador de lechería de AACREA, expresó que, si bien desde la institución no hay una opinión formada, personalmente cree a nivel productivo hay mucho por mejorar en cuanto a sanidad y productividad antes que pensar en prácticas como éstas que serían adoptadas masivamente como soluciones mágicas que probablemente podrían comprometer al rodeo por la mayor exigencia productiva. El especialista indica que “esta herramienta sería muy útil para planteos de altas producciones ya que ese tipo de animal se encuentra consumiendo todo el alimento que puede ingerir y la aplicación de la hormona permitiría aumentar la productividad sensiblemente en un plazo corto”. Además agregó que de aplicarse a rodeos limitados en consumo y producción se agravarían los problemas sanitarios de los animales por la mayor demanda energética.
Una voz totalmente a favor de la adopción de la hormona como una práctica habitual es el Ing. Héctor Huergo, expresidente del INTA y editor de Clarín Rural, quien desestima los cuestionamientos a la hormona afirmando que no hay ningún riesgo sanitario para los animales ni para los consumidores debido a que la hormona en ningún momento pasa a la leche. Además niega un problema en cuanto al bienestar animal ya que “producir mas no es una exigencia, hace 20 años las vacas producían la mitad de lo que producen hoy y nadie lo cuestiona”.