Automáticamente, según citan en Business Insider, se reduciría la emisión de dióxido de carbono relacionada con la agricultura un 17%, la emisión de metano un 24% y de óxido de nitrógeno un 21%. Algunas consecuencias fueron totalmente positivas, mientras que otras, no tanto.
De la industria de la carne viven 1.300 millones de personas en el mundo, de las cuales 1.000 millones se encuentran en situación de pobreza, y el negocio de la misma representa el 1.4% del producto interior bruto del mundo. Eliminar el consumo de carne supondría un golpe fuerte a la economía mundial.
Y si bien afectaría a la economía, actualmente la industria cárnica ocupa el 26% de toda superficie de la Tierra, lo que significa que si se eliminara la producción, quedarían 2.700 hectáreas de terreno quedarían libres para poder aumentar la producción de vegetales o para que los bosques recuperaran terreno, reduciendo la huella de carbono más todavía.
Un punto muy importante en contra del consumo de la carne es que las infecciones resistentes a los antibióticos se reducirían notablemente.
Los puntos a favor, a largo plazo al menos y olvidando por un momento el impacto económico, serían claros: menos emisiones de gases, más tierra disponible y antibióticos más efectivos