Una de las prácticas culturales necesarias para mejorar el rendimiento y la calidad de la producción es la poda. Antes de realizar esta práctica, se deberán conocer las características del monte, la variedad del árbol y el sistema de conducción elegido para luego interpretar sus necesidades.
Al cortar, el podador realiza en la planta una cirugía en la que el conocimiento de la técnica es imprescindible para garantizar la calidad del trabajo final. Cuando se llega a ella es porque todos los parámetros consultados indican que es absolutamente necesaria.
Se trata de una labor cultural que busca lograr estructuras que permitan su entrada en producción en el menor plazo posible, obtener cosechas regulares todos los años y producir máxima calidad y cantidad de fruta.
Para cumplir con estos objetivos el fruticultor debe tener en cuenta que la forma del árbol sea siempre piramidal para permitir una buena captación y distribución de la luz en el interior. Además, la altura no debe sobrepasar, en las espalderas, los 4 metros de calle y de alto, mientras que en los montes puede alcanzar los 5 metros. Las ramas estructurales deben tener entre 60 y 70 centímetros de distancia entre ellas.
Para controlar el crecimiento vegetativo y la capacidad de producción resulta clave la poda de formación. Realizada en los primeros años del árbol permite darle una estructura adecuada que permite ocupar en forma rápida el espacio asignado y simultáneamente producir fruta. La de mejor calidad se obtiene sobre estructuras fructíferas (dardos, brindillas y ramas cargadoras) jóvenes y fuertes y esto se logra con renovaciones permanentes del material vegetal y con buena iluminación.
Por otro lado existe la poda de fructificación que permite mantener un alto nivel de regularidad y fruta de calidad todos los años, rejuvenecer constantemente al árbol, retener el volumen y altura de la planta, favorecer la penetración de luz y mantener una adecuada relación entre el crecimiento vegetativo y la producción.
También existe la poda en verde que se realiza cuando el árbol aún tiene hojas y se efectúa después de la cosecha, es decir, en otoño. En este caso se recomienda eliminar ramas grandes o con crecimiento erecto y vigoroso (habitualmente ubicadas en la parte alta del árbol). También se sacarán aquellas que hayan sobrepasado en exceso la altura deseada y las que se superpongan con otras o las que no guardan distancia suficiente (70-80 cm).
Es importante recordar que la poda no es una práctica aislada dentro del manejo del árbol. Para obtener fruta de calidad, también deben considerarse otras como el riego, fertilización, raleo de frutos, tratamientos sanitarios y polinización.