Los cultivos de verano en Estados Unidos se han visto afectados por una severa sequía, pero con consecuencias diferentes para cada uno de ellos.
Para soja, el efecto de este evento no resultó ser significativo, a la luz de los últimos datos revelados por el Departamento de Agricultura de ese país (USDA), en el que consignan una producción de casi 81 millones de toneladas. Los agrónomos discuten ahora cuáles fueron los elementos que permitieron una cosecha más que aceptable en las principales regiones del medio-oeste estadounidense. Algunos hablan de mejores variedades de semillas, más resistentes a los eventos climáticos adversos como los de esta temporada. Otros simplemente consignan que las lluvias de agosto y septiembre, que resultaron tardías para los cultivos de maíz, fueron oportunas para los de soja y de allí la sustancial mejora en los rendimientos finales proyectados.
El cultivo de soja cuenta a nivel mundial con dos cosechas que se suceden anualmente: la norteamericana, recientemente concluida, y la sudamericana, que se encuentra en plena etapa de siembra y desarrollo inicial.
El maíz, en cambio, no cuenta con esta posibilidad. El resto del mundo no puede compensar adecuadamente el faltante norteamericano.
En este sentido, comienza a debatirse en el mercado lo que acontecerá en la próxima campaña norteamericana. En este ciclo, Estados Unidos apostó fuerte al maíz, con una siembra de 39 millones de hectáreas, la superficie más alta desde el año 1937, con un potencial productivo inicial del orden de los 375 millones de toneladas.
El último informe del USDA consigna una producción proyectada en 271,8 millones de toneladas, un 13% inferior a la campaña anterior, y con posibilidades ciertas de recortarse aún más en el informe final de cosecha, a revelarse en el próximo mes de enero.
Por la estructura actual de precios, varios especialistas de aquel país consignan en sus informes que la superficie de cultivo de la nueva temporada volverá a incrementarse marcadamente, hasta alcanzar un potencial de 40,5 millones de hectáreas, aunque deberán esperarse condiciones ideales de siembra en la primavera boreal para que esta meta sea alcanzada. Además, habrá que observar si los precios de la soja no compiten marcadamente con los del maíz para aquel entonces, situación que podría generarse en el caso de alguna falla productiva en nuestra región.
También se discute el clima de la próxima temporada en las principales regiones productivas de Estados Unidos, con un consenso unánime que destaca que otra situación parecida a la de esta campaña en 2013 elevaría las cotizaciones del maíz a un territorio aún no conocido.
Del mismo modo, el retorno a los rendimientos promedio habituales descomprimiría los precios mundiales del grano forrajero, al reflejarse un balance de oferta y demanda menos ajustado que el actual.
En nuestro país, y de acuerdo con los datos que suministra regularmente la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, la superficie a cubrir con soja alcanzará los 19,7 millones de hectáreas. La entidad no brinda aún una cifra estimativa de producción, aunque el Ministerio de Agricultura proyecta una campaña de entre 55 a 58 millones de toneladas, en tanto que el USDA estima una producción de 55 millones de toneladas en sus últimos reportes, lo que superaría el récord anterior, de 52,7 millones de toneladas obtenidos en la campaña pasada.
La clave de la cifra final a la que se arribe dependerá fundamentalmente del clima del mes de diciembre, época en la que se implantará la soja de segunda en las principales regiones agrícolas, y que definirá el área final de siembra. De persistir el clima húmedo que acompañó los meses de octubre y noviembre, el área sugerida no podrá alcanzarse y el mercado internacional no demorará en tomar cuenta de esta situación.
Con respecto al maíz, la Bolsa de Cereales estima una siembra de 3,4 millones de hectáreas, con una actividad que ya supera la mitad del área prevista, aunque con mucha lentitud producto de la falta de piso y de caminos en varias regiones productivas. Acá tampoco la Bolsa definió aún su proyección sobre el tamaño de la cosecha, aunque el USDA habla de 28 millones de toneladas, algo difícilmente alcanzable a esta altura. Maizar estima una producción de entre 26 a 27 millones de toneladas, en tanto que en el exterior, los analistas de AgResources proyectan una campaña de 25 millones de toneladas. También se escuchan estimaciones privadas aún más pesimistas, en el orden de los 22 a 23 millones de toneladas.
En trigo, la cosecha se va generalizando, con un escenario productivo menor al inicialmente esperado. La Bolsa de Cereales confirma una producción de 10,12 millones de toneladas. El tema a analizar será la calidad de esta cosecha, severamente afectada por enfermedades en el curso de su desarrollo en varias regiones, algo similar a lo que se viene observando con la cebada, en la que una gran cantidad de granos recolectados en las regiones productivas del norte se encuentran con muy bajo peso hectolítrico y fusarium.
Ricardo Baccarín