Desde el INTA Paraná, brindaron recomendaciones para planificar la oferta forrajera, mejorar la productividad y evitar la degradación de los campos naturales.
Lucrecia Lezana -profesional del INTA Paraná, Entre Ríos- explicó: "La productividad del campo natural es muy variable entre sitios, pero se estima que el 70 % se acumula en primavera y verano porque el campo natural está dominado por gramíneas de ciclo primavero-estivo-otoñal. Esto significa que vegetan en primavera y verano y florecen en otoño".
La presupuestación forrajera forma parte de los programas de planificación forrajera para conocer qué requerimientos se deben cubrir antes del servicio de primavera.
Un punto crítico para elaborar una presupuestación forrajera es definir la biomasa forrajera disponible y el crecimiento estimado. La biomasa forrajera puede determinarse mediante métodos directos o indirectos".
Así como la presupuestación forrajera, la planificación del pastoreo forma parte de los programas de corto plazo de la planificación forrajea e implica conocer la biomasa forrajera disponible.
En relación con el diseño del esquema de rotación, Lezana comentó que dependerá de la infraestructura -alambrados, aguadas- y de la mano de obra disponible, así como de la tasa de crecimiento del recurso forrajero.
"En un esquema simple, de 4 potreros y 30 días de pastoreo, la frecuencia de pastoreo será de 90 días. Dada la relación entre el número de parcelas y el tiempo de pastoreo, si se quisiera reducir el tiempo de pastoreo a 15 días, manteniendo la frecuencia de 90 días, sería necesario duplicar el número de parcelas en la rotación", puntualizó Lezama.
Aunque la variabilidad climática no pueda controlarse, es posible manejar el uso de los recursos para reducir su impacto. En este sentido es fundamental la planificación forrajera a mediano y corto plazo, valiéndose de herramientas como las evaluaciones a campo para determinar la disponibilidad forrajera, complementadas con información provista por sensores remotos.