Frente a la inminente primera vuelta de las elecciones presidenciales, desde Valor Carne hacemos un repaso de los principales indicadores del mercado de ganados y carnes con la idea de saber dónde estamos parados y cuáles son las perspectivas de corto plazo. Una información de interés para el sector y también para quienes toman decisiones.
En cuanto al abastecimiento del mercado interno, tema de alto impacto mediático ante cualquier desvío, podemos afirmar que, a grandes trazos, la situación es normal. En tal sentido, en los últimos dos meses (sep/oct), la oferta de animales en el Mercado de Liniers, un canal menor pero muy representativo para seguir tendencias, resultó apenas 5% inferior al promedio del último año.
Así las cosas, los precios reales se mantuvieron estables en ese lapso. Considerando la inflación verdadera, los mismos promediaron los $18,50 de hoy por kilo vivo para el novillo, con extremos en +/-4%. De más está decir que semejante firmeza significó que el valor de la hacienda pudo acompañar la muy alta inflación actual, del 28% en doce meses, lo que no es poca cosa.
No sucedió lo mismo con el novillo pesado y trazado que, ante una oferta escasa, en el mismo período mostró un aumento del 7% en pesos, en términos nominales, lo que implica más del doble de la inflación. Bueno para el ganadero, malo para los frigoríficos.
Además, con un ritmo de devaluación en el mercado oficial de cambios del orden de la mitad de la inflación verdadera (poco más del 1% mensual), el costo para la industria exportadora no ha dejado de aumentar en dólares, superando ahora en 60% al promedio del Mercosur y en 75% a Brasil, gran potencia exportadora.
Por su parte, el despacho de animales para faena en agosto y septiembre se ubicó por encima de igual período de 2014, aunque con una diferencia importante entre machos y de hembras. Mientras los primeros fueron los motores del incremento total del procesamiento, las segundas se retrajeron a la menor participación desde 2012, un primer indicador de que se está atravesando una fase de retención.
En el renglón de exportaciones, más allá de que hoy las mismas resultan intrascendentes, era esperable que 2015 siguieran reflejando el pobre nivel de los últimos tres años, en especial, a causa del marcado atraso cambiario.
En abril de 2014, se registró un mínimo casi histórico de apenas 190 mil toneladas equivalente carcasa (tec) embarcadas, pero en un contexto de reducción del mercado mundial en los últimos tiempos, la Argentina creció sistemáticamente mes tras mes hasta las 225 mil tec alcanzadas en julio. En tanto, en agosto se registró la primera caída.
En este marco, Valor Carne espera que el año termine con un nivel de 210/215 mil tec, 3/5% más que en 2014, lo que rondaría los mínimos históricos ya citados.
Mientras tanto, el mundo, que venía de dos o tres años de fuerte crecimiento en su comercio de carne vacuna, en 2015 muestra un reacomodamiento ya que importantes mercados sufrieron la caída del precio del petróleo (Rusia, Irán, Venezuela), y/o la pérdida de valor de sus monedas (Rusia, Unión Europea, Chile, Canadá).
Inclusive, economías que no fueron perjudicadas por estas crisis han mostrado una reducción en sus compras. Este es el caso de China que, junto a Hong Kong y a Vietnam, se convirtió en la primera compradora mundial en 2013 y en el primer semestre del año registró una caída interanual del 7%.
De este modo, el año apunta a una baja en el volumen global del 10% y a una pérdida de valor unitario del 5%. Hasta ahora, los países líderes acumulan un retroceso del 2% en sus precios FOB, en los primeros nueves meses, pero las caídas podrán ser más significativas en los meses venideros.
Sin embargo, no se puede dejar de ver que, aunque se plasmen las bajas proyectadas, la situación de la carne vacuna será de privilegio en relación a la pérdida de valor de la generalidad de los bienes básicos agropecuarios y mineros, en los últimos 15 meses.
Finalmente, otro aspecto a tener en cuenta es la próxima ampliación del acceso de la carne argentina a nuevos mercados, tales como los de EE.UU. y Canadá, y el de China para la carne enfriada y la carne con hueso, trámites que se encuentran en una fase final, más allá de que pueden demorarse unos meses, todavía.
En síntesis, estamos frente a una caída en la oferta de hembras y valores de la hacienda que han acompañado la alta inflación, a pesar de la debilidad de la demanda para exportación y de cierta fatiga del consumo interno. Por su parte, el mercado mundial se mantiene fuerte y, aún con la pausa en la escalada de los últimos años, ha logrado diferenciarse de la generalizada baja de precios de los bienes básicos.
El escenario plasmado hasta aquí lleva a pensar que los productores están mostrando una preferencia por retener hacienda, especialmente hembras, en el entendimiento de que el cambio de Gobierno puede traer políticas menos adversas para el sector y que, con ello, los precios del ganado darán un salto, más temprano que tarde.
En ese caso, las categorías que más se beneficiarían son las de novillitos y novillos, que han sido las más diezmadas desde la liquidación de 2008-2009, en especial de animales pesados y trazados.
En tanto, habrá que tener en cuenta que aún con medidas más favorables de comercio exterior (tipo de cambio, derechos de exportación y ROEs) no se puede esperar un salto mayúsculo en las ventas a otros países en el corto plazo, pero esta demanda ayudará mucho a entonar los precios internos de la hacienda, perjudicando aún más la menguada rentabilidad de la industria exportadora.
Sólo después de un período razonable de uno a dos años, con más oferta de animales de mayor peso promedio, los embarques al exterior podrán empezar a recorrer un camino ascendente, buscando, inicialmente, alcanzar el promedio histórico de 400 mil tec por año.
Este pronóstico sólo podría frustrarse con noticias muy negativas de parte de un nuevo Gobierno o la implementación de medidas que no logren crear una expectativa de estabilidad para el sector de ganados y carnes.