De cara a la campaña 2023/2024, el productor tuvo que refinanciar esas deudas y se endeudó para poder sembrar nuevamente.
Con el nuevo tipo de cambio, el productor tuvo una mejora del 28% en los ingresos, pero sus costos en pesos pasaron de un dólar de 360 a 800 $/Tn, lo que es un aumento de más del doble. Si analizamos las relaciones insumo / producto vemos que el poder de compra de los granos -a pesar de la devaluación- cayó significativamente.
A nivel internacional nos encontramos en un momento en que los precios del maíz, trigo y soja están en franco descenso, lo que hace más gravoso el impacto de los DEX.
En el caso del maíz, la recaudación extra por el aumento de los DEX sería de 120 millones de dólares aproximadamente. Una cifra insignificante, si se compara con los más de 6.500 millones que ya aporta el sector agropecuario.
El maíz, no sólo es muy importante en la rotación para la mejora de los suelos, sino que, a su vez, es un claro motor de muchas economías que dependen de este insumo para su funcionamiento.
El girasol es una "economía regional", que es única alternativa agrícola, económicamente viable, en varias zonas y que no compite con otros cultivos por producirse en tierras más "marginales". Esta situación amerita un tratamiento preferencial. Elevar los DEX de 7% a 15% volvería inviable el cultivo, sobre todo en un año en que hay abundancia de aceite en los mercados internacionales, los cuales han deprimido los precios, en especial el de girasol.
El impuesto País, elevará los costos de los insumos en un 5%, y el aumento de los DEX a 15%, hará caer un 10% los ingresos del productor. Dicha combinación implica una caída de un 30/35% de la renta esperada, haciendo que en muchos lugares dicha renta pase a ser negativa.
La conclusión es que el aumento de los DEX no aumentará la recaudación y solo traerá un menor precio al productor en un año de altísimos costos, y una pésima señal hacia el futuro.
La libertad no puede estar atada a una mochila impositiva que nos termine ahogando.