Las horas se consumen y la expectativa de los hinchas de River crece. Los nervios se perciben en el aire de Núñez. Marcelo Gallardo ya confirmó el equipo para la gran final de la Copa Libertadores de mañana, a las 22, ante Tigres , de México, en el Monumental. Lo que se lamenta en el mundo millonario es la suspensión que pesa sobre el Muñeco, quien no podrá estar en el banco y supuestamente no está habilitado a entrar al vestuario para dar la charla técnica por la expulsión en Monterrey.
Justo la charla técnica, algo que en las últimas dos décadas ha sido tema de conversación y hasta mito viviente en las entrañas del Monumental. Es que hace 19 años, la última vez que River fue campeón de la Libertadores la historia cuenta que minutos antes de la definición ante América de Cali, tras la derrota por 1-0 en Colombia, los futbolistas le pidieron a Ramón Díaz que se fuera del vestuario para tener una charla a solas.
Los integrantes del aquel equipo de River han hablado del tema en estos años. Algunos lo tomaron como algo natural, otros lo niegan y hay quienes intentaron explicar lo que había sucedido. Qué se dijo en este tiempo de aquel vestuario.
"Eso se agrandó demasiado. Le dije a Ramón, sí, que nos dejara solos, pero es algo que pasa habitualmente. Nos juntamos, Enzo pidió un gran esfuerzo y recalcó que era su última oportunidad de ganar la Copa, después otro gritó 'Vamos que hoy la ganamos' y otro 'Hoy no se nos puede escapar', esas cosas comunes", contó varios años después Hernán Díaz, titular aquella noche.
¿Qué dijo Francescoli? "No di la charla técnica. Le había pedido a Ramón hablar cinco minutos. Sentía que era mi última oportunidad de ganar la Copa y les dije: 'Ninguno se imagina cuánto valen estos 90 minutos'. Con 34 años había aprendido a darles valor a las cosas, por ahí con 23 no se lo das. Quería tenerlos con la sangre hirviendo, pero no hablé de táctica. Nunca pude con mi genio, jamás me metí, aunque tuve mil oportunidades para hacerlo".
Germán Burgos era el arquero del equipo y también se refirió en este tiempo a aquel momento: "¡Cómo va a haber sido Francescoli el técnico de aquel equipo si hoy ni es técnico! El mérito de ese temple ganador era de Ramón, quien era temeroso, pero volvía su miedo en un ataque feroz. Sólo dudó ese día contra el América de Cali, en River, y por eso se armó ese mito". Qué pasó ese día. Contesta el Mono: "Habíamos perdido 1-0 en Cali y él quería jugar de contragolpe. Era una final, no podíamos jugar a esperar. La mayoría nos miramos porque veíamos que eso no iba. Se pararon el Flaco (Francescoli) y creo que Berti y le dijeron que queríamos charlar entre nosotros. Ahí decidimos ir al frente".
River venció esa noche 2-0 a América de Cali y ganó la segunda Copa Libertadores de su historia. Sin embargo, en ese partido algo se rompió. Francescoli dio detalles de una acción de Ramón que molestó a aquel grupo en los festejos de ese título: "Que subiera al escenario en una cena después de ganar la Libertadores y agradeciera a todos menos a los jugadores rompe las pelotas. Estábamos en la mesa y nos mirábamos re calientes. Algunos me preguntan por la rivalidad. Vos te podés olvidar del kinesiólogo, del utilero, pero de los jugadores... Es como que yo gane un premio, suba y me olvide de agradecer a mi mujer y a mis hijos. Me puedo olvidar del perro (risas), ¿pero cómo te vas a olvidar de los tipos que, por más fenómeno que seas como técnico, hacen lo que vos querés que hagan?".
Meses después en la pretemporada quien tuvo problemas fue Leonardo Astrada, uno de los referentes de aquel equipo: "A mediados del 96, después de ganar la Libertadores le dije en la cara que era un hijo de puta. Salíamos para la pretemporada, vino Davicce y me dijo: 'El técnico no te quiere, dice que sos contraproducente para el grupo, pero mientras yo esté acá, vos no te vas a ir, así que andá a la pretemporada a Tandil y esforzate al máximo'. Allá, Ramón me comentó que los dirigentes me querían vender, que no estaban conformes conmigo. Me volví loco. Y se la canté clarita en la cara: 'Vos sos un hijo de puta y un cagón, porque no tenés huevos para decirme las cosas de frente'. Él negó. 'Vamos a hacerla fácil -seguí-, el domingo viene Davicce, nos sentamos los tres y solucionamos esto'. Él me contestó que no podía sentarse con un jugador delante de un dirigente. 'Bueno -la terminé-, entonces a mí no me boludees, porque el día que me quieras boludear, yo cazo el micrófono y te destrozo'. Al final, mirá cómo son las cosas: a la semana vendieron a Almeyda y yo seguí jugando".
Mitos, verdades, frases de una noche que sigue siendo la última vez que River fue campeón de la Libertadores, una noche que mañana en Núñez quieren archivar para siempre.
Otras perlitas de aquella final
La ansiedad de Cedrés. En las instancias decisivas de aquella Copa Libertadores, Ramón Díaz solía poner a Juan Pablo Sorín por la izquierda en los partidos de visitante y a Gabriel Cedrés en los encuentros en el Monumental. En la antesala de la definición ante América de Cali, corría el rumor de que jugaría Marcelo Gallardo. El uruguayo Cedrés no aguantó la espera: "Le fui a preguntar porque no aguantaba más. Veníamos de perder la ida en Cali, y la prensa empezó a manejar que jugaba Gallardo, y en general, yo jugaba de local y Sorín, de visitante. Escuché el rumor y le pregunté: 'Ramón, la verdad no aguanto más, quiero saber si voy a jugar'. Me contestó: 'Quedate tranquilo, jugás'.
Las sensaciones de Burgos. "Cuando estábamos en el túnel, antes de subir la última escalera, yo miraba a todos y veía que era imposible que perdiéramos. Después de haber sufrido tanto en Ferro, yo miraba esas caras y eran ganadoras. Teníamos ese temple que lo hizo maravilloso. ¡Cómo deben estar los del otro lado!, eso pensaba. Es jodido estar en el otro vestuario", respondió Burgos ante la consulta de qué tenía aquel campeón de América.
De la tribuna a la cancha. Hernán Crespo tiene el privilegio de haber estado en el Monumental las dos veces que River fue campeón de la Libertadores. En 1986, fue al estadio como hincha cuando apenas era un chico que empezaba a jugar en el club: "Esa Copa me la devoré, de local fui a todos los partidos. Iba con el hijo del Beto (Alonso, integrante de aquel plantel), y eso me permitía entrar al vestuario. Tengo la imagen del Tolo Gallego masajeándose. También entré a la concentración, me acuerdo de haber jugado al ping pong con Alzamendi y Gorosito. En la final con el América fui a la Belgrano con mi viejo, le pedí que me acompañara, porque él es hincha de San Lorenzo, como era yo de chiquito". Diez años después, en 1996, fue protagonista, a los 20 años, al marcar los dos goles ante América que valieron el título.