Gestión

Mejor trate de manejarlo

La brecha cambiaria agregó un ingrediente más a esta carrera de obstáculos en que se encuentra inmerso el productor. Cómo evitar ser el pato de la boda en este fin de fiesta

Probablemente seamos el único pueblo sobre la Tierra que tropieza varias veces con la misma piedra. Cuesta aceptarlo, pero es así. La ilusión –o la desaprensión– de creer que se puede permitir alegremente que la inflación se dispare durante años sin generar impacto alguno en la marcha de la economía, es impropia de un conglomerado humano –difícil catalogarnos como nación o sociedad– con la gimnasia del nuestro.

Carestía y dólar quieto conforman un cóctel explosivo en cualquier época, más aún si en lugar de tranquilizar las aguas una vez generado el desmadre se prohíbe la compra del billete estadounidense con un ejército de inspectores y perros patrullando la City porteña, u obligando a llenar interminables formularios a quienes piensan pasar un fin de semana en el Uruguay, o forzando a aquél que ha decidido adquirir un inmueble a contratar un flete para trasladar la cantidad de pesos que se necesitan para cerrar la operación. En la Argentina todo esto es echarle nafta al fuego.

Es cierto, olvidábamos por un momento que para el Gobierno la carestía fue mínima en los últimos años. Tampoco existen la pobreza ni los problemas de caja. Si todo funciona de maravillas…¿por qué preocuparse? Desde luego que esto es pura ficción. Alguna razón habrá para que la Argentina ostente un riesgo país en torno de los 1.100 puntos, cuando Brasil o Uruguay no llegan a 300, y la colapsada España apenas supera los 500.

En algún recodo del camino se perdieron las buenas intenciones del gobierno de Néstor Kirchner en cuanto a sostener superávits gemelos, un nivel acotado de inflación y un tipo de cambio competitivo. Poco queda de aquella prolijidad, y el problema empieza a castigar a muchas provincias, que no saben si van a poder seguir pagando los sueldos en los próximos meses. Están contra la espada y la pared, apretadas por un Estado nacional que se quedó sin combustible y que está habituado a obtenerlo dónde y cómo sea.

Los artículos que anteceden a éste han abundado en explicaciones respecto de la situación del Banco Central y su protagonismo en esta crisis cambiaria. Por las razones enumeradas en ellos, a la economía argentina le sobran pesos. Y lo que abunda no vale, peor todavía si no es posible transformarlos en moneda confiable.

Así nos maten, los argentinos no consideramos al peso como una reserva de valor en las actuales condiciones. Ni siquiera cuando un legislador de amenazantes bigotes avisa que tenemos que acostumbrarnos a pensar y actuar en función de la erosionada moneda. Desconocer esta realidad es sin dudas harto peligroso.

Hasta acá podría decirse que se ha producido una pseudodevaluación asimétrica, que unos pueden aprovechar y otros no. ¿Para qué lado puede rumbear el Gobierno ante este cachetazo de la realidad? ¿Aparecerán medidas aún más restrictivas? ¿Tendremos una devaluación paulatina del dólar oficial buscando el menor impacto posible sobre la inflación? ¿Se viene un esquema de tipos de cambio múltiples? ¿Se habla de pesificación de la economía para disimular en realidad una devaluación hecha y derecha?

Lo único concreto es que el dólar sojero fue, actualizado, de 5,14 pesos en 1993 a 2,7-2,8 por estos días. Y lo peor del derrape se dio a partir de 1997. Para la Bolsa de Comercio de Rosario “el valor más pobre durante la convertibilidad se alcanzó en ese año con 4,57 pesos por dólar; hoy este parámetro se ubica un 37% por debajo de ese umbral”. Afortunadamente los precios granarios son sustancialmente mayores por estos días, de lo contrario quedaría poco y nada del campo argentino.

Lo que sigue son opiniones de gerenciadores vinculados con las organizaciones de punta del campo en cuanto a nivel de tecnología y capacitación. En líneas generales muchos están preocupados por terminar la campaña 2011/12 –ciertamente muy dura– con las menores heridas posibles, lo cual hace que las urgencias pongan momentáneamente de lado al mediano plazo. Y por si pensaban hacer foco en la temporada 2012/13 la sucesión de impuestazos provinciales les dio el golpe de gracia. Mucho para una sola campaña.

Voces de alerta

Santiago Rodríguez Ribas pertenece al CREA Ameghino, en el oeste bonaerense. Asegura que es necesario seguir de cerca dos cuestiones de fondo. “En principio, todavía no hay diferencia entre el dólar con que cobramos nuestros granos y aquel que usamos para pagar los insumos; esto es vital, porque si la brecha cambiaria se aplicara a lo que necesitamos para producir nuestra situación sería delicada, y el aumento de costos, incontrolable. El segundo aspecto es que para nosotros se ha producido un incremento de retenciones de hecho, porque si nos pagan el maíz o la soja a un dólar de $ 4,50 y el valor real es $ 6 estamos transfiriendo más dinero al Estado, aunque por otra vía. Nos están quitando el 35% y además una diferencia bancaria contra el tipo de cambio real, lo cual aumenta la presión tributaria. Lo que están haciendo es disminuir el poder de compra de nuestra producción, y alguien se queda con la diferencia”.

Santiago dice no estar convencido de que los insumos se van a pagar al dólar oficial indefinidamente. “Es uno de los temas que más me preocupan hoy por hoy para encarar la nueva campaña. Incluso pueden subir en dólares para compensar la brecha; hemos visto el glifosato a u$s 7 o el diamónico a u$s 1.300. Y si esto se formaliza (tipos de cambio múltiples) se comenzará a decidir de manera discrecional cuales son los rubros de la economía que se liquidan a cada valor y, se sabe, el sector agropecuario siempre sale desfavorecido. Es el misterio por el cual el campo es el mayor proveedor de recursos de este Gobierno y a la vez se lo considera el enemigo número 1. El rol del agro en las administraciones justicialistas ha sido proveer alimento barato para pagar salarios modestos y supuestamente fomentar una industria que jamás ha logrado desarrollarse, mientras nosotros estamos cada vez más apretados. En realidad dudo del desdoblamiento formal porque terminarían de perder el control del mercado de cambios, aunque nunca se sabe”. Andres Blaquier, de La Biznaga, dice que por el momento la brecha cambiaria no afecta tanto como el otorgamiento de ROE, el impuestazo inmobiliario y las retenciones. “Este desfase va a impactar más que nada en la confianza de la gente, lo que puede generar corridas y erosionar aún más el peso. Eso sí, se escuchan voces que hacen referencia a un desdoblamiento cambiario formal, y de concretarse la historia es otra. Obviamente estamos acelerando todas las compras de insumos atados al dólar, porque hoy sabemos quelos pagamos por el cambio  oficial, mañana es un interrogante; de ahí que nos apuramos a calzar dólar con dólar. Eso sí, nos preocupa la reforma impositiva que se aprobó en una de las principales provincias de la Región Pampeana, ya que la renta cae a cero con la sumatoria de gravámenes que se pretende articular”.

Por su parte, Marcelo Bonamico (Regional Adelia María, Aapresid) y Marcos Rodrigué (CREA Monte Buey-Inriville) consideran que la brecha tenderá a cerrarse, es decir que el oficial ira paulatinamente convalidando los valores del paralelo. “No concibo que esta diferencia pueda sostenerse mucho tiempo”, dice Rodrigué. “Es el anticipo de una devaluación formal”, opina Bonamico. En tanto, Ronald Kulhmann, de la Regional Tres Arroyos de Aapresid, expresó su deseo de que los insumos del campo se coticen según el dólar oficial, “pero no se por cuanto tiempo esto será posible. No hay reglas de juego respecto de qué puede pasar, y además la confiabilidad del peso está muy complicada; tuvimos cinco denominaciones distintas en los últimos 25 años”.

En el mismo sentido, Marcelo Carrique, del CREA Henderson-Daireaux, provincia de Buenos Aires, advierte que no ve nubes negras en el horizonte mientras no exista un desdoblamiento formal. “Pero me temo que de un modo u otro perdés referencia con el dólar real y también puede haber impacto en la relación de compra con otros bienes. No se cuánto aguanta una brecha como ésta, son índices de confianza, parece difícil pensar en inversiones productivas de largo plazo en estas condiciones. Me preocupa cómo sigue esto”.

Roberto Kiessling, de la Regional Bahía Blanca de Aapresid, explica que “hasta acá no han surgido problemas pero todavía no hemos hecho ninguna compra grande. Creo que algún impacton va a tener, y además acelerará la inflación, es innato en el argentino. Me parece que aún falta tiempo para que esto decante y termine mostrándonos la realidad; nadie sabe como continua esta historia. El punto es que cada día que pasa vas a necesitar más dólares devaluados (léase oficiales) para pagar los gastos corrientes”.

Complicados

Al juego de costos e ingresos se suma la situación de quienes habíandecidido invertir en tierra  agrícola. Monte Molino incurrió en la compra de un campo, lo cual genera obligaciones por cumplir en dólar billete. “Estamos renegociando todo, tratando de forzar un dólar intermedio como para no perder tanta plata –dice Marcelo Figueroa, uno de los gerenciadores del grupo–. Es que la gente no quiere la pesificación oficial, solo la satisface el billete estadounidense. Y no tenés forma de adquirirlo al precio oficial. Por lo demás, mientras tengamos la chance de comprar insumos a ese valor, no será crítico; el punto es si lo que necesitamos para producir empieza a subir en dólares para compensar la brecha. Una cosa es comprar glifosato a u$s 3 con $ 4,5 por dólar y otra hacerlo a u$s 4,5 con la misma paridad. Todo esto genera un ambiente de desconfianza y tremenda incertidumbre”.

Figueroa destaca que abundan los rumores de desdoblamiento cambiario, o trabas a la exportación de soja para favorecer a la industria. “Y cuando el río suena probablemente agua trae. Lo que queda es posicionarse en insumos siempre y cuando estén al mismo precio del año pasado y con el dólar oficial. Cuando el billete se disparó a comienzos de la década pasada Lavagna inundó la plaza de verdes y lo tranquilizó; ahora han tomado el camino opuesto y hasta el último jubilado escondió bajo tierra sus ahorros”.

No debería pasar

Para Miguel García Fuentes, del CREA Monte Buey-Inriville, Córdoba, es sabido cómo termina esto. “El punto es qué va a hacer el Gobierno, que cree que restringiendo la operatoria solucionará las cosas, y en cambio no hará más que profundizar el problema. Mientras los que nos venden insumos y nos dan servicios se mantengan por el dólar oficial no habrá dificultades en materia de costos de producción –hoy por hoy es así–, de lo contrario la quita originada se convertirá en una retención encubierta. Creo que no sucederá a menos que haya desdoblamiento formal. Sí se va a desfasar el costo de vida, y eso nos pega a todos los ciudadanos del país por igual”.

Julio Lieutier es un reconocido asesor CREA. Dice que en cuanto a la estructura de costos, los insumos están en dólares oficiales y los precios también; la relación insumoproducto no se modifica como consecuencia de la brecha cambiaria. “No creo que eso se rompa. Desde el punto de vista de la producción no nos preocupa. Sí puede haber impacto en los costos en pesos: labores, estructura, fletes, retiros. Hoy el tema fletes saca cultivos del mercado. Si estos números se atan al paralelo puede complicarse y exacerbar el desfase. Por lo pronto nuestro grupo reducirá el área de maíz a la mitad de la superficie y la del trigo al 33%. Y para que los números cierren hay que pagar dos quintales menos que el año pasado. Desde luego quedan fuera de juego los proyectos de inversión en bienes de uso. Como fuere, la gente está asumiendo el riesgo de fijar valores mediante forwards más adelante”.

Javier Sundblad, del CREA Roque Pérez-Saladillo, provincia de Buenos Aires, no cree posible que los insumos se vayan a cobrar según el valor del paralelo. “Ese dólar no existe. Lo que puede pasar es que aumenten su valor en moneda estadounidense, pero no es válido hacer la operación con otro tipo de cambio que el ofciial. Distinto es si hay un desdoblamiento formal. Diría que conviene aprovechar para comprar todo lo necesario para la campaña, por este tema y por los precios de la soja”.

Una vuelta más

Francisco Iguerabide integra la Regional Laoulaye de Aapresid. Entiende que el paralelo está reflejando una realidad que no conviene perder de vista. “Si la brecha se oficializará por intermedio de un desdoblamiento del tipo de cambio, generará distorsiones arbitrarias entre los distintos tipos de negocios en el país.Equivale a la más absoluta incertidumbre. Ninguno de estos caminos busca agrandar la torta sino que tironeamos todos de la misma porción. No me quedaría tranquilo pensando que el nuestro es un negocio dolarizado. El glifosato lo pago en moneda estadounidense, pero me lo trae un camionero que vive en la Argentina, y si el contexto se encarece los fletes van a seguir subiendo. De ninguna manera estamos a salvo de la inflación, y necesitaremos cada vez más toneladas de soja para vivir, mandar los chicos al colegio, ponerle combustible a la camioneta o comprarnos ropa. Y el ingeniero que monitorea el cultivo también vive acá, y pedirá un ajuste de su sueldo. La luz, el gas y el agua del mismo modo aumentan. Cuando se discriminan tipos de cambio sin agrandar la torta a algunos les va a tocar un pedazo sensiblemente más chico, y eso no está nada bien”.

Ing. Agr. Claudio Gianni

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