Ante la época de altas temperaturas, el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) recomienda a todos los productores tamberos del país adoptar medidas preventivas en sus establecimientos tendientes a minimizar los efectos del estrés calórico en los animales.
El estrés es una respuesta adaptativa, que permite a los animales hacer frente a los desafíos ambientales, entre ellos los cambios de temperatura. Cuando se superan las condiciones óptimas, el cuerpo intenta adaptarse a la nueva situación ambiental. Sin embargo, a temperaturas ambientales más altas, los mecanismos de adaptación no logran eliminar el exceso de calor generado. Se denomina estrés calórico al conjunto de cambios fisiológicos y comportamentales que se desencadenan en los animales cuando son sometidos a condiciones ambientales que superan su temperatura de confort o zona termoneutral y son incapaces de regular su temperatura interna.
Ante esta situación los animales tienden a reducir la actividad física, aumentar la frecuencia respiratoria, reducir el consumo de alimento, aumentar el consumo de agua, buscar sombra, aumentar el jadeo y la salivación.
Además de su impacto negativo para el bienestar animal, el estrés por calor puede producir disminución en el consumo de alimento y la eficiencia alimenticia, pérdida de peso y de condición corporal, deterioro del desempeño y los índices reproductivos, aumento del riesgo de enfermedades, incremento de la tasa de mortalidad.
En los animales lecheros, disminución en la producción de leche en litros, así como en el porcentaje de grasa y proteína, junto a un aumento en el recuento de células somáticas.
Factores propios del animal, tales como edad, color y largo del pelo, influyen en la susceptibilidad al estrés calórico. El Senasa recuerda que los animales más perjudicados son los que acumulan más nivel de grasa corporal y que los animales de pelaje negro y en etapas de terminación son los más propensos.
El tipo de alimentación también se relaciona con el riesgo de golpe de calor. El pastoreo de pasturas tóxicas como festucas u otras infectadas por hongos productores de ergoalcaloides, así como la administración de raciones hipercalóricas, incrementan el riesgo.
Las medidas de prevención del estrés calórico en tambos son proveer sombra suficiente en corral de espera, ordeñe y zona de alimentación. Usar malla plástica de media sombra con 80% de densidad, orientada de norte a sur, con una superficie cubierta de 4 m² por animal. Todos los animales deben tener acceso libre a la sombra. Proporcionar ventilación adecuada en sala de ordeñe y asegurar abundante agua fresca, cerca del ganado. Una vaca puede consumir en promedio hasta 107 litros por día y una lechera de alta producción puede ingerir hasta 140 litros por día. Las fuentes de agua deben estar ubicadas en lugares de acceso fácil y rápido. Además, es importante ofrecer dietas de baja actividad fermentativa. Priorizar los pastoreos nocturnos y de madrugada y suministrar dietas frías, que por su composición minimicen la generación de calor metabólico y mantengan la oferta de nutrientes.
Minimizar el tiempo de espera en mangas y corrales. Planificar todas las tareas y preparar los materiales necesarios para ello. Utilizar ventiladores y aspersores en patios de espera, área de comederos y túneles de enfriado. Combinar períodos cortos de mojado intensivo con momentos prolongados de ventilación, con una gota durante la aspersión de tamaño lo suficientemente grande como para mojar al animal.
Evitar manejos estresantes durante las horas calurosas. Cuando no sea posible, arrear de manera tranquila, respetando el paso de los animales. Realizar los encierres y trabajos en manga a primera hora de la mañana o a última hora de la tarde-noche. Brindar agua y alguna fuente de alimento en los corrales donde permanezcan los animales. Consultar el pronóstico del tiempo antes de programar los manejos de la hacienda.
Estar atento al comportamiento de los animales para identificar síntomas de estrés calórico de manera temprana.