Los cultivos de OGM no representan mayores riesgos para el medio ambiente y la salud que los convencionales, concluye un nuevo informe de la Academia Estadounidense de Ciencias, aunque alerta sobre el serio problema para la agricultura de la resistencia desarrollada por los insectos dañinos.
El estudio publicado ayer "indica que ahora es difícil distinguir entre las nuevas tecnologías de ingeniería genética desarrolladas desde la década de 1970 y los métodos convencionales de cultivo". Aunque reconocen "la dificultad de detectar efectos sutiles en el largo plazo en la salud y el medio ambiente", los integrantes de este comité científico "no detectaron indicios que muestren alguna diferencia de riesgos para los humanos entre los cultivos OGM actualmente comercializados y las cosechas convencionales". La misma comprobación hicieron respecto del medio ambiente.
Pero los expertos independientes se manifiestan alarmados por el "desarrollo de una resistencia" en los insectos y otras plantas por causa de los organismos genéticamente modificados (OGM). El informe cita el ejemplo de los cultivos OGM para ser resistentes al herbicida glifosato. O, en "muchos lugares", las malas hierbas en torno a estos cultivos han desarrollado resistencia a este herbicida. La Academia Estadounidense de Ciencias ve en ello "un problema significativo para la agricultura".
Tecnologías
Los autores insisten también en la importancia de recurrir a todas las nuevas tecnologías derivadas de la genómica para mejorar la capacidad de detectar la más mínima modificación imprevista en las características de las nuevas variedades de cosechas, sean OGM o no. "Las nuevas variedades de plantas que presenten, voluntariamente o no, características inéditas que puedan representar un peligro deben someterse a pruebas de seguridad, sin importar si han sido desarrolladas utilizando técnicas convencionales o utilizando manipulaciones genéticas", emplaza el informe.
Sin diferencias
Los científicos analizaron todos los estudios animales realizados sobre los efectos de los componentes químicos contenidos en los alimentos OGM actualmente en el mercado. Y no hallaron diferencias respecto de los productos convencionales que implicasen un incremento del riesgo para la salud.
Los investigadores subrayaron que los estudios epidemiológicos a largo plazo no observaron directamente los efectos sobre la salud del consumo de alimentos como la soja y el maíz, o incluso las manzanas y las papas. Los datos disponibles en la actualidad no muestran ninguna relación entre los OGM y las enfermedades.
Por el contrario, los autores del informe destacan ciertas señales de que los cultivos OGM resistentes a los insectos serían beneficiosos para la salud humana porque permitirían reducir el uso de insecticidas.