El gobierno tiene unos pocos productos inhabilitados para recibir una paridad cambiaria menos confiscatoria. ¿La desesperación por divisas puede llevarlo a levantarle la penalización al maíz? De algún lado tendrán que salir los dólares que faltan.
Lo comentamos hace más de una semana, y las incógnitas siguen siendo las mismas. Termina el dólar agro o dólar soja III, y es difícil creer que acá va a quedar la cosa. Las reservas netas del Central están en rojo, sin contar que se les debe a los importadores unos USD 13.700 millones. Pero además en junio habrá que pagarle al FMI USD 2600 millones, y otro tanto en julio. Se ve muy feo por cierto.
Con el agua al cuello, el ministro de Economía se largó a recorrer el mundo pasando la gorra, después de que Lula le avisara al gobierno argentino que el cariño es grande pero el bolsillo es muy chico. Por este lado, ni un mango. Algunos analistas aseguran que el viaje a China acabará igualmente sin cosechar un solo dólar, en tanto insisten en que el Fondo no va a darle dinero fresco a esta Administración, menos que menos para vender dólares a precios de fantasía en el mercado local y luego de que la líder del grupo gobernante dedicara una parte importante de su último discurso a denostar al prestamista internacional. Otros todavía confían que el FMI definiría un desembolso de U$D 10.000 millones a mediados de junio, pero suena menos probable.
Lo cierto es que esto no puede durar mucho más, es un golpe letal en el corazón del Plan Llegar. Por eso parece poco creíble que el gobierno no vaya a generar alguna otra movida relacionada con el campo, por más que lo niegue cada diez minutos. Fronteras adentro ningún otro sector tiene poder para mover la aguja de las alicaídas reservas del Banco Central. De todos modos no es garantía de nada, en tanto todo lo que ingrese del agro resulte gastado con la misma celeridad que hemos visto en los últimos años.
En este Programa de Incremento Exportador III el BCRA solo retuvo uno de cada cuatro dólares ingresados, ya que adquirió apenas 24,3% de lo liquidado en comparación con 64,6% en el "Dólar soja I" y 73,7% en el "Dólar soja II", según calcula el economista Salvador Vitelli. La movida le significó a la entidad una pérdida de algo más de $203 mil millones, con una emisión que bordeó los 470 mil millones. Temerario realmente.
¿Qué sigue? Uno tiende a inclinarse por otro dólar soja, el cuarto, con una paridad cambiaria mucho más interesante. Se estima que hay unos 6 millones de toneladas de la cosecha vieja, y al menos 16 millones de toneladas de la campaña 2022/23 ya cosechados disponibles para ser comercializados. Y además no tienen gran influencia en la mesa de los argentinos, a la cual en esferas oficiales siguen diciendo que custodian de manera especial, a pesar de que es visible que ya perdido dos de las cuatro patas y se sostiene solamente por un milagro divino.
Claro, para intentar un cuarto dólar soja van a tener que sacarle punta al lápiz y esmerarse -y mucho- con el tipo de cambio ofrecido; el Programa de Incremento Exportador que está por expirar se ha quedado corto, para disgusto de Massa y los suyos. En el caso de la soja terminaría lejos de los USD 5000 millones que esperaba recaudar el gobierno, que además sabe que las liquidaciones van a caer estrepitosamente a partir del próximo 1º de junio.
Mientras tanto la lista de bendecidos con una paridad apenas discreta pero por encima del dólar oficial ha crecido sobremanera, en especial para las economías regionales, "beneficio" que se extenderá hasta fines de agosto. Productos derivados de las cadenas de carne de liebre, productos porcinos, subproductos de la cadena vitivinícola, algunas calidades de algodón que no tienen incidencia en la comercialización en el mercado interno; enzimas e ingredientes para la industria alimentaria; semillas forrajeras y de otras especies, y flores y plantas ornamentales son los que se han incorporado recientemente. La lista, claro, es mucho más extensa.
A pesar de la voluntad de estas producciones, la que suma y puede seguir haciéndolo es la soja. Y no sería despreciable el aporte que podrían hacer los proscriptos, sobre todo maíz, leche y carne vacuna. ¿Es posible un dólar maíz? Dante Romano asegura que hay más grano por negociar y el productor es ?culturalmente' más vendedor, es decir tiende a negociar el cereal y guardar la soja.
Para el analista queda maíz suficiente: hay un remanente del año pasado en manos de productores de casi 4 millones de toneladas, más otros 10 millones de toneladas a fijar. Esta campaña sólo tiene precio el 19% del maíz, contra un tercio que normalmente se da. Claro, el inconveniente es que pueda ser la excusa perfecta para otra vuelta de tuerca en la demencial inflación que soportamos desde al menos un año.
Seguramente lo que dice CIARA es real, en el sentido de que el gobierno le habría dicho que el actual dólar soja no va a prolongarse en el tiempo. Tiene lógica, ha perdido poder de seducción. Y además como en las ocasiones anteriores, implica un adelanto de las liquidaciones, pero no un incentivo a las exportaciones.
Habrá que esperar el balance de la movida encarada por Massa en su cruzada gorra en mano. Pero si resulta apenas otro parche circunstancial, de algún lado tendrán que salir los dólares que faltan para que oficialismo llegue en condiciones mínimamente presentables a las PASO de agosto. Si no es el campo, ¿quién?