En 2013 las autoridades de la Unión Europea (UE-28) prohibieron por el término de dos años el uso de insecticidas de la familia de neonicotinoides ante la evidencia de que los mismos podrían estar afectando la salud de los insectos polinizadores. La medida deberá ser ratificada o desestimada este año.
La cuestión es que esta semana la revista científica Nature publicó dos artículos que indicarían que esos insecticidas –derivados de la nicotina– presentan un riesgo evidente para las abejas.
La primera investigación, realizada en laboratorio y coordinada por Geraldine Wright del Instituto de Neurociencia de la Universidad de Newcastle (Reino Unido), descubrió que tanto abejas melíferas como abejorros preferían alimentarse con soluciones de tiametoxam e imidacloprid (dos insecticidas neonicotinoides) que con sacarosa.
“Los neonicotinoides actúan en las abejas como la nicotina en los humanos. Las abejas tienen receptores sensibles a esos compuestos en las áreas cerebrales responsables de los recuerdos agradables. Así que se puede deducir que los neonicotinoides actúan como una droga para las abejas”, explicó Wright en declaraciones realizadas al diario español El Mundo.
La otra investigación, realizada por investigadores de la Universidad de Lund (Suecia), consistió evaluar el comportamiento de abejas silvestres y melíferas (Apis mellifera) en campos de colza tratados con clotianidina (un insecticida de la familia de los neonicotinoides) y con un fungicida no sistémico. El estudio demostró que se redujo la población de insectos polinizadores silvestres en aquellas zonas tratadas con clotianidina, pero no mostró evidencia de que el mismo afectada a las abejas melíferas.
“En este punto, ya no es creíble sostener que el uso agrícola de los neonicotinoides no daña a las abejas silvestres”, aseguró el entomólogo de la Universidad de Sussex, Dave Goulson, en declaraciones al diario español El País. Vale recordar que buena parte de la alimentación humana depende de cultivos que requieren la polinización de insectos (fundamentalmente abejas) para reproducirse.
En la Argentina el uso de clotianidina está registrado como insecticida para tratamiento de semillas de once cultivos, mientras que imidacloprid y tiametoxam están autorizado para uso en veinticuatro cultivos.
En junio de 2013 las autoridades de la Sociedad Argentina de Apicultores (Sada) presentaron una petición formal ante el Senasa para solicitar la prohibición del uso de neonicotinoides en semillas y como insecticida en todo el territorio nacional.