“¿Hacía cuánto que no venía un presidente a la muestra”? El reloj, implacable, recordaba que la barrera del mediodía había sido quebrada al menos dos horas antes, mientras el presidente Mauricio Macri aseguraba “quejoso” y con la complicidad de todos, que para él seguía siendo de mañana porque “nadie le había ofrecido nada para comer”. “¿Hacía cuánto que no venía un presidente a la muestra”? El interrogante, lanzado por un concurrente, seguía flotando sin respuestas entre el murmullo de la multitud que acompañó el desembarco del presidente de la Nación a la 10° edición de Expoagro.
Por separado, veteranos expositores, visitantes con varias expos en sus hombros y hombres y mujeres de prensa, hacían cuentas, repasaban y llegaban a la misma conclusión. Fue la primera visita de un presidente de la Nación a Expoagro. Y por ese motivo, el recibimiento y acompañamiento fueron exultantes.
Confiado en convertir al país en el supermercado del mundo a partir del potencial rural, Macri no dudó en convocar para ello a “esta gran familia que es el campo argentino”. Cada frase del mandatario era acompañada por aplausos y el “sí se puede”, cántico triunfal del período electoral, fue replicado por cientos de voces esperanzadas en revivir los momentos de mayor gloria del sector agropecuario.
“Gracias, Mauricio, hiciste lo que nos habías prometido el año pasado en la Expo”, fue otro mensaje reiterado con insistencia por parte de la multitud que mezclaba expositores y visitantes. “A todos les pido paciencia, quedan muchos asuntos por resolver”, advirtió el presidente, consciente de que, por ahora, sólo puede ufanarse de los anuncios que aún no brindaron los resultados deseados por el grueso de la ciudadanía.
Aunque se enorgulleció al informar que sólo el lunes el Banco Nación recibió 500 solicitudes de créditos para operaciones por maquinaria agrícola. Combinado con la compra de las 200 extractoras de granos por parte del empresario australiano Ian Metherall, el anuncio sonó como un canto de sirenas en el sencillo acto de apertura de la mayor muestra a cielo abierto del campo argentino.
“Queremos que vuelva la alegría al campo”, vociferó con una gran sonrisa Macri. Igual de sonrientes posaban los gobernadores de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, y de Santa Fe, Miguel Lifschitz, y varios actores de la renovada escena nacional y de la organización. Sobre todo Vidal, que una recorrida emprendida por la muestra “soportó estoicamente” la efusividad de los visitantes.
“¡Vas a ser la próxima presidenta!”, le gritó una mujer encantada con la presencia de la mandataria bonaerense. Consecuente con su política de mantener una relación casi horizontal con los intendentes, en un alto en el stand del Banco Provincia, afirmó que pese al intento de algunos funcionarios santafesinos, “Expoagro es de Buenos Aires”.
A esa altura de la tarde, el interrogante inicial no se había disipado, pero ya no interesaba. Mauricio Macri había cumplido con su palabra: un presidente de la Nación había visitado Expoagro y había cortado la cinta inaugural. Lo que, a priori, asoma como un gesto insignificante, quizás sea el espaldarazo que miles de productores de todo el país estaban aguardando. “Queremos generar confianza”, señaló el mandatario. Su presencia quizás haya sido el primer paso para plasmar el acuerdo que el campo viene esperando desde hace años.