En un contexto de optimismo en la ganadería, el engorde a corral comienza a rever sus esquemas ante la fuerte suba de precios de los granos y subproductos, y el diferencial de valor entre la reposición y el animal terminado.
En ese sentido, la Cámara Argentina de Feedlot (CAF), informó que a comienzos de marzo la ocupación de los corrales era del 54%, dos puntos porcentuales menos que un año atrás, y advirtió que el aumento de los encierres dependerá de “señales que brinden un panorama más claro respecto del valor de su producto a futuro”.
Para conocer cómo se adapta la actividad al nuevo escenario, Valor Carne dialogó con Juan Carlos Eiras y Juan Giordano, directores de la CAF, quienes además de dar precisiones sobre la coyuntura opinaron sobre la necesidad de coordinar la cadena para terminar hacienda más pesada, el rol del Estado en ese proceso y la importancia de la exportación, entre otros temas.
El engorde hoy
“El maíz tomó los beneficios de la quita de retenciones y la actualización del tipo de cambio y pasó de $ 900/1.000, en zonas cercanas a los puertos, a $ 2.100/2.200, llegando a $ 2.300 en localidades donde el corral compite con la avicultura”, explicó Eiras. Y agregó que si se suma el incremento en los subproductos, “en general, se duplicó el costo de la alimentación ya que ambos integran, prácticamente, el 80% de las raciones”.
La ecuación se completa con una reposición que “se mantiene en valores altos en función de lo que se está pagando por la hacienda gorda”, acotó Giordano.
Según sus números, hoy un ternero para engordar cuesta 34 $/kg mientras el animal terminado se coloca en unos 30 $/kg. Además, hay que sumar gastos comerciales y flete, lo que “puede estirar la brecha a $ 6 ó 7. Eso nos pone en una relación compra venta de 1,25, es decir, que para comprar un kilo de invernada necesitás 1,25kg de gordo”, precisó Eiras.
¿Cuánto kilos debe agregar el feedlot para que el negocio cierre? Si bien la respuesta puede variar según la zona, ambos empresarios, uno de la Cuenca del Salado y otro del sur de Entre Ríos, coinciden en que hay que sumar entre 140 y 150 kg para lograr “un punto de equilibro cómodo. Hoy, con 100/120 kg, el clásico modelo del consumo liviano, me quedo corto”, subrayó Eiras.
Se podría concluir que el negocio del engorde pasa actualmente por comprar animales de 200 kg, el peso habitual, y terminarlos en alrededor de 350 kg. Sin embargo, los feedloteros advierten que a medida que los animales superan los 300 kg van perdiendo valor de venta.
Tampoco parece una alternativa iniciar el ciclo con terneros más livianos. “Si salimos a compararlos con 170 kg, que quedarían en 310/320 kg finales, el precio sube a 35/36 $/kg, ya que en esa categoría compiten el invernador y el recriador”, aseveró.
Según Eiras, la peor ecuación es tatar de alcanzar animales más pesados. “La diferencia de precio de venta entre 300 kg y 420 kg es de $ 4. Es decir, “un animal de 420 kg se vende a $ 26”, reveló.
Como conclusión, Giordano sostiene que “hoy, el mercado no incentiva a fabricar más kilos, a aumentar la producción, porque nos castiga demasiado cuando pasamos los 300/320 kg”.
Cómo ganar más peso
El diferencial de precio no sólo complica al feedlot sino que limita el crecimiento de la productividad del rodeo nacional, algo necesario para aumentar la oferta de carne para el mercado interno y la exportación.
Por eso, Giordano pide que “el consumo empiece a pagar por calidad. Hay que dejar la actual tipificación e ir a una en la que realmente podamos premiar los productos superiores. Esto existe en otras partes del mundo, no hay que inventar nada”.
En ese sentido, Eiras cita como ejemplo la paradoja de la Cuota 481. “El protocolo para hacer la carne más cara que exporta la Argentina toma novillos y ‘novillas’. Esa vaquillona de 24/25 meses, con hasta 440 kg, va a Europa en una caja a U$S 18.000 por tonelada. A ese mismo producto, en el mercado interno le ponemos el sello de vaca y hacemos pedazos su valor”, enfatizó.
Además, los feedloteros plantean que para favorecer la producción de hacienda pesada, la cadena ganadera, las provincias y la Nación deben desarrollar en conjunto una batería de acciones. Entre ellas, “avanzar en aspectos tributarios y rever la prohibición a los promotores de crecimiento probos, que bajen el costo para poder producir esos kilos extras”. A su vez, “la industria podría generar algún tipo de incentivo, premiando al usuario, buscando que el procesamiento de más kilos le signifique algún beneficio”, consideran.
Lo que viene
Ante la actual ecuación económica, Eiras y Giordano son optimistas pero con reservas. “Sobre una escala de diez, el negocio está entre 6 y 7 puntos. Trabajamos con mucho volumen y poco margen; el resultado es muy ajustado y cualquier variable que cambie representa un riesgo”, advierten.
Un factor que podría mejorar la ecuación será el aumento de las ventas externas, algo para lo que el feedlot está en condiciones de responder dada su capacidad instalada. “La exportación va a brindar mayor sustentabilidad en el tiempo. Este es un negocio zafrero: en esta época, los corrales se cargan y en el comienzo de la primavera, toda la producción sale junta. Si no hay exportación que pueda absorber esos excedentes, se inunda el mercado, el precio se deprime y el negocio no es rentable”, explicó Giordano.
En síntesis, Giordano opina que “el 2016 es un año para ir tranquilo, con cautela. Pero somos optimistas, el mercado va a ir cambiando y el negocio se afirmará cada vez más”.
En tanto, Eiras resalta su “esperanza de que en el segundo semestre la industria rompa el hielo y estimule el proceso de recuperación de los precios”.