El tema es repetitivo y difícilmente defendible. En un mundo donde el consumo de la energía genera al menos el 70% de las emisiones de gases de efecto invernadero, los "ambientalistas" se empeñan en atacar a la ganadería. El porcentaje indicado incluye a los subsectores de transporte, generación de calor y electricidad, edificaciones, la industria manufacturera y de la construcción, las emisiones fugitivas y la quema de otros combustibles. Pero es más fácil agarrársela con la vaca.
A pesar de estar advertidos de este despropósito, la noticia no puede menos que sobresaltar el espíritu. Irlanda propone matar unas 200.000 vacas para reducir sus emisiones de carbono, a razón de 65.000 por año y durante un periodo de tres años. Tomaría semejante decisión para cumplir ambiciosos objetivos ambientales. La movida tendría un costo para el contribuyente estimado en 600 mil euros.
Desde Dublín entienden que de ese modo lograrán reducir las emisiones en el campo en una cuarta parte hacia 2030, dentro de un plan que pretende llegar a 2050 con cero emisiones de carbono en el país. Para eso, se interpreta que el 10% de todo el ganado en Irlanda tendría que ser "desplazado" en los próximos años. Se supone que asimismo se controlará la reproducción de los bovinos supervivientes, de lo contrario se trataría de un sacrificio aún más inútil.
El Ministerio de Agricultura de Irlanda analizó posibles soluciones para cumplir los objetivos climáticos y concluyó que una compensación de 5000 euros por vaca sacrificada sería aceptable. A pesar de la oferta económica, muchos productores irlandeses no están convencidos de la idea de una matanza masiva.
El objetivo parece magnánimo si se considera que la Agencia de Protección Ambiental (APA) del gobierno elaboró ??un informe en febrero de este año proponiendo una reducción del 30% en el rodeo irlandés, lo que equivaldría a matar a más de medio millón de vacas. Las propuestas de sacrificios masivos en nombre de "salvar el ambiente" han estado en boga desde hace un tiempo. Incluso han circulado informes con ideas aún más increíbles que las de la APA irlandesa.
Organizaciones como Greenpeace dicen que la ganadería es responsable de la emisión de hasta 14,5% de los gases de efecto invernadero. No está alejado de la realidad, lo que sorprende es que no se presta la misma atención a lo que generan autos, trenes, barcos y aviones. Es decir al 85.5% del problema o gran parte de él.
El enviado especial de Biden para el clima, John Kerry, advirtió recientemente en una cumbre del Departamento de Agricultura de Estados Unidos que la necesidad de la raza humana de producir alimentos para sobrevivir genera el 33 % de los gases de efecto invernadero totales del mundo. El multimillonario de Microsoft, Bill Gates, también está obsesionado con las emisiones del ganado, y está brindando apoyo financiero a las empresas que se encuentran desarrollando suplementos de algas marinas y máscaras antigás para las vacas.
Una defensora de la ganadería estadounidense echa mano a un tema que desde la Argentina ha sido el ariete para demoler muchas fantasías. No se están considerando los beneficios del ganado sobre el ambiente y el clima, se está perdiendo de vista la importancia de la fijación del carbono. Probablemente se deba a que este tema es mucho más preponderante en nuestros esquemas que en los planteos del hemisferio norte.
El mismísimo Elon Musk intervino en el debate luego de tomar conocimiento de las intenciones del gobierno irlandés. "Esto realmente tiene que parar. Matar algunas vacas no importa para el cambio climático", tuiteó el empresario, luego de que una activista del clima se preguntara: "¿son los rebaños estadounidenses los siguientes?".
A su turno, un ruralista irlandés puso sobre la mesa fundamentos irrefutables. "Nuestro rebaño no es más grande que hace 25 o 30 años, ¿se puede decir lo mismo de la industria del transporte o de la industria de la aviación?". Más tarde, un geólogo de este país advirtió sobre las graves consecuencias para la ganadería de Irlanda si se lleva adelante una medida como esta, y recordó la histórica hambruna del siglo XIX, cuando una enfermedad mató gran parte de los cultivos de papa, alimento del grueso de la población por ese entonces. "Esta idea de matar vacas solo puede terminar en un desastre", subrayó. Es desde luego exagerado, pero sirve para despertar conciencias.
Por su parte, un periodista de The Telegraph adjudicó la movida a intenciones non sanctas. "Parece cada vez más claro que existe una agenda eco-modernista para acabar con la carne convencional por completo. Y muchos de los políticos del mundo están a bordo". Es probable que no esté muy errado.
El antecedente más fresco de toda esta locura es la intención del gobierno de los Países Bajos de expropiar 3000 explotaciones y terminar con el ganado criado en ellas, lo que dio vida a la conformación del Movimiento Campesino-Ciudadano" (BBB), que luego participara en las últimas elecciones ganando en todas las provincias neerlandesas y adueñándose de el mayor número de escaños en la Cámara Alta del Parlamento holandés.
La noticia ahora es que en Irlanda se creó el partido "Farmers Alliance" en respuesta a los abusos legislativos ambientales, siguiendo los pasos del BBB holandés. Seguramente el próximo en edificar algo similar será Nueva Zelanda.
Esta historia no está terminada. Se seguirán intentando "soluciones" de este estilo y continuarán apareciendo personas no necesariamente ligadas al sector dispuestas a no tolerar tamaña canallada contra las vacas y la producción del agro.
Es difícil extrapolar esta experiencia a Sudamérica, pero algunas cosas están claras: a medida que ideas como está se extienden en el mundo encuentran resistencia entre los productores y han servido para que se unieran y fueran por sus derechos. En hora buena.