El primer Simposio Internacional de Nutrición Animal organizado por Biofarma puso sobre el tapete la necesidad de aumentar la cantidad de kilos producidos por animal en la ganadería argentina. En tal sentido, tomó como referencia los últimos avances de los modelos estadounidenses que hoy enfrentan el desafío de una gran escasez de terneros, lo que también les exige maximizar el rendimiento por cabeza.
“Empezamos a organizar el simposio con un año de anticipación. En la ganadería bovina, siempre sujeta a los vaivenes de la coyuntura, pusimos el foco en las tecnologías a aplicar en los próximos cinco años, sobre todo en la cría y recría, donde hay mucho camino por delante. Entonces, buscamos los actores que podían aportar conocimientos a nivel internacional para ver si era posible adaptarlos a nuestros sistemas”, contó a Valor Carne Román Irurtia, veterinario y responsable de rumiantes de Biofarma, tras el congreso que reunió a más de mil productores y profesionales del país y del exterior.
El argentino Roberto Eizmendi, de Cactus Feeders, EE.UU., quien por más de diez años se desempeñó en el feedlot de la compañía en San Luis, expuso sobre la cría intensiva a corral que se está difundiendo en los rodeos americanos en los últimos tiempos. Esta metodología es una respuesta al déficit estructural de terneros, lo que llevó a que los mismos alcancen precios récords históricos.
“Hoy, el kilo de ternero casi duplica al del animal gordo. Es un bien preciado”, dijo Irurtia, poniéndole números a la problemática de la ganadería estadounidense. Y agregó que “con la charla de Eizmendi, nos dimos cuenta de que no estamos muy lejos de poder encerrar la vaca de cría porque ya tenemos el entrenamiento del engorde a corral. Hay que garantizarle una comida que le permita mantener un buen estado corporal, evitando que se sobreengrase. Y, por supuesto, trabajar muy fuertemente en sanidad”.
Para el nutricionista de Biofarma un aspecto interesante sobre esta práctica es que en los Estados Unidos los corrales disponen de poca superficie por cabeza y en la Argentina se podría hacer sobre espacios mayores, minimizando el impacto sanitario sobre los terneros. “Son técnicas muy intensivas que buscan lograr un ternero pesado y que la madre cicle lo más rápido posible. Por las conversaciones con los criadores en el break, no parece que el que tenga mil vacas vaya a ir corriendo a implementarlas, aunque algunos muy de punta dijeron que ya lo estaban haciendo, con unas 100/150 vaquillonas”, relató. Y aconsejó: “como en todo, habría que probar con un lote pequeño, dado que los pastoreos no siempre son altamente eficientes o como método para cubrir baches nutricionales”.
Recrías último modelo
El objetivo de producir más kilos por animal también trajo avances en los modelos de recría del país del Norte. “Hoy, los animales se faenan con más de 600 kg promedio y están tratando de llevarlos todavía más arriba, a los 700 kg. Para ello, apuntan a incrementar la cantidad de kilos baratos obtenidos a campo, logrando un novillito con desarrollo osteomuscular óptimo, que ingrese a los corrales con 300/350 kg. Esto se basa en una integración cada vez más finita con el cultivo del maíz y un aprovechamiento que incluye desde los rastrojos hasta los subproductos de destilería”, señaló Irurtia.
Sobre este tema habló el Dr. Galen Erickson, de la Universidad de Nebraska y el Dr. Alfredo Dicostanzo de la Universidad de Minnesota, pormenorizando detalles que dieron qué hablar a la concurrencia. “Con respecto al rastrojo nos contaron cómo lo utilizan algunos recriadores para obtener 150/200 kg de carne extra por hectárea. Aquí, se piensa que pastorear el rastrojo afecta la futura producción agrícola debido al pisoteo y la extracción de materia orgánica. Ellos, sin embargo, dicen que sí se puede pisar pero con determinadas cargas. Tienen todo bien medido”, aseguró.
Otra alternativa que explicaron los investigadores americanos, es el empaquetado de las hojas y la chala del maíz antes de caigan al piso, mediante una enfardadora que se coloca detrás de la cosechadora. De este modo, se elaboran mega-fardos que se incorporan a las raciones junto con los subproductos del grano. “Así, recrían en forma más barata y eficiente que utilizando silajes, que terminan teniendo un costo alto en función del objetivo”, resaltó Irurtia. Pero advirtió que “por ahí, hay que resignar algún rinde en la soja que viene detrás, un 7/10%, pero esto les permite obtener más kilos de carne por hectárea. Hacen cálculos y con los precios que tienen hoy los novillitos, les resulta muy interesante. Además, agregan valor al rastrojo”.
En paralelo a estas técnicas, los feedlots devuelven a los campos de recría buena parte de la materia orgánica y los nutrientes que se quitaron con las hojas y las chalas. “Antes del simposio, llevamos a Erikson a recorrer establecimientos y él no podía entender cómo aquí no está difundido el uso de la bosta como abono. Allí, con esta práctica, buscan un equilibrio y preservan los suelos, además de que legalmente no se pueden acopiar heces a cielo abierto”, subrayó.
Para Irurtia, las herramientas presentadas en el simposio son motivadoras a largo plazo, ya que en la actualidad la Argentina no cuenta con mercados para animales de 600 kg, ni para el consumo ni para la exportación. “Tenemos diferencias importantes con los modelos estadounidenses: el frame, que debemos analizarlo exhaustivamente en un futuro no tan lejano y, sobre todo, los anabólicos que aquí están prohibidos. Pero también hay tecnologías alternativas, fuera y dentro de los corrales, para agregar valor a los animales generando muchos más kilos. Y esto sí se pueden adaptar rápidamente a nuestros sistemas”, concluyó.
Una mirada local
Según el veterinario y consultor privado Oscar Ferrero, “la relación compraventa está aumentado a nivel mundial y el encarecimiento de los terneros implica necesariamente agregar más kilos por cabeza”. De cualquier modo, indicó que “no hay que copiar sistemas sino tratar de adecuar lo que a otros les funciona a los modelos argentinos”.
En su participación en el panel de cierre del Simposio de Biofarma, el especialista plasmó la visión local sobre las experiencias de la primera ganadería del mundo.
En cuanto a la cría intensiva a corral, dijo que “que aún estamos lejos de necesitar este tipo de prácticas porque aquí hay mucho campo criador despoblado. Lo que sí se puede hacer es encerrar la vaca de cría para hacerla parir, en corrales amplios, de modo de mejorar el porcentaje de ternero logrado”.
Con respecto al feedlot, Ferrero sostuvo que “las empresas más profesionales de nuestro país están a la altura de las estadounidenses, tanto en nutrición como en medición de resultados. La diferencia es que el ciclo de encierre de ellos es, en general, más largo ya que los animales entran con 300 kg y salen con más de 600 kg. Aquí, para aumentar el peso de faena, sí o sí, tiene que aparecer la figura del recriador de modo de agregar a campo los 100 kilos por cabeza que nos faltan”.
En ese sentido, prosiguió “el norte está en mejores condiciones para recriar porque hay campos con Gatton panic y otras pasturas megatérmicas. En cambio, en la zona pampeana, la superficie recriadora pasó a agricultura y habría que volver a armar la infraestructura y sembrar pasturas, lo cual tiene un costo”. Así las cosas, resaltó: “la mejor recría es la que se hace a campo pero no hay que descartar la alternativa del corral”.
Para Ferrero, sería necesario trazar una estrategia país para producir animales más pesados. “El cambio de liviano a pesado debería hacerse en etapas. No habría que saltar de los 300 kg a los 420kg por cabeza. El primer desafío tendría que ser que todos hagamos bien un novillo de 350/360 kg, para que no se resienta tanto la oferta al consumo y que la gente se dé cuenta que la carne tiene la misma calidad y terneza”, propuso.
Finalmente, destacó que “la magnitud de simposio fue una muestra de que estamos en los umbrales de un ciclo ganadero muy positivo”.