El gran Premio Nobel de Literatura Albert Camus decía "que el fútbol era el pretexto que tenían los pueblos para odiarse sin tener que matarse", pero como van los tiempos esta frase quedará en desuso porque cada vez sube más el nivel de violencia. Como se vio anteanoche en Mar del Plata en el clásico platense, donde los jugadores terminaron a las trompadas en el medio de la cancha ante 40 mil espectadores y las cámaras de televisión hacían llegar las imágenes a todo el mundo. Los futbolistas contagiados del fervor de los hinchas, que le pedían tal Mussolini a la selección italiana en 1934 "Vencer o morir", quisieron arreglar con los puños (y a las patadas) lo que no resolvieron jugando al fútbol y terminaron en un espectáculo lamentable que debe tener sanciones ejemplificadoras.
Veinticuatro horas después, todos se pidieron disculpas y hasta Mariano Andújar y Nicolás Mazzola, quienes protagonizaron la pelea de fondo a diez rounds, terminaron hablando juntos por televisión. El delantero de Gimnasia aclaró, por si hacía falta: "No quise asesinar a Andújar y estoy avergonzado de lo que hice". En tanto, el arquero de Estudiantes sugirió que si hay sanciones económicas para los clubes las tendrían que pagar los futbolistas.
Lo cierto que el árbitro Silvio Trucco informó cinco jugadores de Estudiantes (Álvaro Pereira (que se fue al Getafe) y Ascácibar expulsados; Damonte, Andújar y Solari) y siete de Gimnasia (Bologna expulsado, Rasic, Mazzola, Mendoza, Brum, Medina y Coronel) que tendrán que declarar ante el Tribunal (hoy los de Estudiantes y mañana los de Gimnasia). Estiman que el fallo podría salir el jueves, que Mazzola y Andújar recibirán entre 8 y 10 fechas de suspensión, que la mayoría de los otros tendrán menos de 4 fechas, por lo que podrán cumplirlo en amistosos, y que habrá una fuerte multa para los dos clubes. Pero esto puede ser mayor o menor, de acuerdo con la presión que hagan los dirigentes, ya que el reglamento de Transgresiones y Penas de la AFA es una pieza donde cada artículo tiene su contraartículo para que todos los fallos sean políticos y hoy la política reclama dureza, como en otros tiempos reclamaba tibieza para que no le desarmen el equipo a los clubes. El fútbol argentino está pasando por su peor crisis y los jugadores, con sus códigos mafiosos, contribuyen a ella. Mientras no se permitan lujos porque es cargar al rival, pero sí patadas y codazos, la grieta se va a ensanchar.