Típico de las épocas de calor, con temperaturas de +25ºC, podemos ver en nuestros campos grupos de animales metidos en el agua o en el barro en las horas con temperaturas más elevadas. Es normal que los vacunos intenten refrescarse, pero debemos prestar más atención a ver si además de ello, llegamos a ver otros signos que nos alerten de un problema mayor.
Aquellos rodeos que pastorean praderas con festucas (tóxicas o con festucosis), pueden verse afectados por lo que se conoce como el “asoleamiento, síndrome distérmico o hipertérmico”. Esto puede ocurrir a unos 5 a 10 días de haber ingresado a este tipo de lotes (probablemente reservados o por estar mejor empastados) con animales que se presentan con mal estado general y pérdida de peso. El síntoma principal es que dejan de comer, sobre todo entre los más jóvenes; en este sentido, hay ensayos que demuestran diferencias en la ganancia de peso de terneros de diferentes razas de hasta el 37%, pastoreando durante 166 días festucas tóxicas frente a otros comiendo festucas libres.
En cambio a los adultos, se los ve con pelo largo -como de invierno-, menor producción de leche, algunos con diarreas, babeando, agitados y con dificultad respiratoria. Esta descripta también, su influencia sobre el servicio, logrando preñeces del 66% en rodeos que pastorean festucas que tienen un alto grado de infestación (77%). En algunos casos se puede constatar un importante aumento de temperatura corporal que llega a los 40,5-42 ºC (cuando lo normal es 38,3 ºC) y es por ello que buscan el fresco que les da la sombra, los bajos con agua o simplemente el barro de los charcos. Cabe destacar en este caso, la mejor adaptación de las razas índicas a esta afección en particular.
La gravedad remite en que puede llegar a verse afectado todo animal que se encuentre pastoreando esta pradera (100% de morbilidad) e incluso llevarlos a la muerte en los días con baja presión y temperaturas muy altas. También en caso de someterlos a estrés (por arreos prolongados con altas temperaturas, por ejemplo) lo que les puede provocar el deceso.
Foto: movimiento de tropas al mediodía.
La festuca arundinacea, una gramínea perenne muy difundida en nuestras tierras, capaz de adaptarse a los más diversos tipos de suelos y climas, muy resistente al pisoteo, de buena digestibilidad, agresiva y persistente, es parasitada por un hongo endófito llamado actualmente Neotyphodium oenophyalum (antes Acremonium coenophyalum, del género Claviceps), el cual se distribuye en toda la planta excepto las raíces y que produce sustancias conocidas como alcaloides, capaces de provocar en los rodeos al ser consumidas lo que se conoce como el “asoleamiento de verano, síndrome distérmico o hipertérmico”. Se pueden afectar los vacunos, lanares y yeguarizos, pudiendo en estos últimos provocar complicaciones del parto o abortos al final de la gestación en yeguas, malformaciones congénitas o muerte a poco de nacer los potrillos, sólo por citar algunos trastornos reproductivos que ocasionan.
Estos alcaloides tienen además acción sobre el sistema circulatorio, del tipo de la vasoconstricción periférica, llegando a provocar otra sintomatología en los vacunos conocida como la renguera o pie de festuca, que se da más comúnmente en otoño e invierno y también a los 10-14 días después de ingresar a estos cuadros con festuca tóxica. Habrá por supuesto animales más resistentes a este tipo de intoxicación, pero se puede decir que la morbilidad es baja (del 6%) con algunos individuos que demostrarán sólo renguera de los miembros posteriores, crecimiento anormal de las pezuñas (zapato chino), pudiendo llegar a la gangrena seca del pie con pérdida de las pezuñas y gangrena periférica de la punta de la cola y bordes de las orejas, que incluso pueden llegar a desprenderse. Esta sintomatología se ve mayormente en épocas de bajas temperaturas.
Foto: animal afectado de pie de festuca, con gangrena seca en extremidades y cola.
En caso de querer implantar esta forrajera, sola o consociada, el hongo es fácilmente detectable mediante análisis de laboratorio de la semilla y que nos determinará el % de infestación, pero a pesar de ello es recomendable buscar en el mercado la semilla libre de festucosis. Ahora bien, si ya se dispone de semilla de origen desconocido o dudoso, el hongo pierde viabilidad con el paso del tiempo (1,5 año aproximadamente) en la semilla almacenada.
Otra cuestión importante a tener presente, es que la pradera de festuca sembrada con semillas libre de festucosis, no se vuelven tóxicas más tarde; así y todo, muchas veces no podemos impedir la resiembra natural que efectúan los mismos vacunos y por el simple traslado de semillas de festuca de un potrero infestado a otro que no lo es.
Pero a la hora de convivir con lotes de festucas infestadas lo primero que debería hacerse es conocer el grado de infestación de la misma mediante el análisis de laboratorio de la pastura; la muestra tendrá que ser representativa del lugar muestreado, ya sea potrero, parcelas o campo, por ello se recomienda relevar muestras en diferentes sitios ubicados al azar y en zigzag, sobre tallos jóvenes o macollos, aprovechando el rocío o la humedad de la mañana. El muestreo de la pastura puede hacerse en cualquier momento del año, pero atención, a no confiarse porque el hongo se difunda únicamente a través de las semillas de festuca, porque diferentes manejos pueden significar diferentes niveles de infección en el campo.
Luego, podemos pensar en el uso de dichos cuadros (si es que no podemos eliminarlos de manera definitiva haciendo agricultura por 3 años, por ejemplo, antes de implantar una nueva pradera ya con semilla libre de festucosis), con categorías como la vaca seca ya destetada, con alta carga hasta la parición, o con las vaquillas de recría que esperan por el servicio a 24-27 meses y que no dependen de altas ganancias de peso diarias. Nunca debe programarse el servicio en los cuadros infestados.
Como alternativa puede intentarse fumigar la pradera para intersembrar especies como el rye grass y así buscar un efecto de dilución de la toxicidad.
Foto: rollos de reserva.
Otra forma sería a través del corte frecuente, evitando que la planta semille. Tener en cuenta que el heno de festuca con festucosis, enferma igualmente a los animales que lo consumen, pero de todos modos su uso en invierno y en las categorías de vaca seca o la recría de vaquillas mencionada -evita al menos-, el fenómeno de la intolerancia al calor.
En cualquier caso, ante la aparición de los primeros signos es recomendable retirar los animales del cuadro y trasladarlos lenta y progresivamente en horas de menos calor, a cuadros que no presenten toxicidad y por supuesto, consultar a un profesional veterinario para que lo asesore de aquellas patologías que pudieran confundirnos por tener signos similares.