La brutal deuda en pesos, una inflación que no cede, las divisas que se escurren del Banco Central, un dólar oficial que vuelve a alejarse de los alternativos y atenta contra la liquidación del campo. Detrás del maquillaje, los problemas siguen estando allí
La brutal deuda en pesos, una inflación que no cede, las divisas que se escurren del Banco Central, un dólar oficial que vuelve a alejarse de los alternativos y atenta contra la liquidación del campo. Detrás del maquillaje, los problemas siguen estando allí.
La sensación entre los profesionales independientes es que la situación de la economía argentina todavía es manejable, pero hay una gran preocupación respecto de lo que pueda hacer un gobierno acorralado para intentar llegar a diciembre a cualquier precio, especialmente en el plano financiero. De acuerdo con los movimientos que decida llevar delante de acá en más, la actual Administración puede hipotecar el futuro del nuevo gobierno y con él el de todos los argentinos.
Ya se sabe que la inflación de enero será más alta que la de diciembre. Eso atenta contra las futuras chances electorales del ministro de Economía pero, mucho más importante, contra la calidad de vida de los argentinos. El escenario es delicado y todos los caminos conducen a Roma. Un informe de Aurum Valores revela que la suba en el precio de los dólares financieros no tiene que ver con un posible temor por parte del público dadas las oscuras perspectivas de la economía. Antes bien responde a la cantidad de pesos que hay circulando entre nosotros. Es producto de volcar un aluvión de billetes nacionales sobre una población que huye de ellos y presiona sobre los dólares alternativos.
Las compras de bonos soberanos por parte del BCRA en el mercado secundario siguen expandiendo de un modo u otro la base monetaria, a lo que hay que agregar los pesos que debió emitir para cumplir con la demanda de ambos "Dólar soja". Considerando el circulante en poder del público más el total de depósitos en pesos, no deberían sorprender los niveles alcanzados por el MEP y el CCL.
Desde luego que al gobierno no le fascina esta realidad. Complica aquella aseveración de "un 3 adelante a partir de abril", erosiona la imagen supuestamente exitosa de Massa, genera cierta sensación de descontrol y contribuye al deterioro general del cuadro. Y allí radican los temores de la oposición: que hará el gobierno en los meses que restan para las elecciones como para contener las variables que se le escapan como agua entre los dedos.
La patriada de Rubinstein parece tener como objetivo -como ha sucedido otras veces con el viceministro- salir a dar la cara y atajar la ola de rumores que amenaza con sepultar el esquema en curso desde julio del año pasado. Hay que decir que la movida de la oposición, advertida de que el reloj de la bomba está regulado para que explote ni bien asuma en caso de ganar, radica en avisar que no necesariamente va a reconocer la brutal deuda en pesos que recibirían a partir de diciembre. Desde luego la novedad cala hondo en la voluntad de los que tienen que aceptar rolear sus acreencias con el Estado en los próximos meses.
La deuda en pesos alarma, y los dólares que le van quedando al Central, también. En la sexta rueda de este mes el BCRA finalizó con ventas por u$s 66 millones, y en lo que va del año acumula salidas de divisas por u$s 500 millones. Es la peor performance en al menos 5 años. Paralelamente, en estos primeros días de febrero el agro ingresó u$s 185 millones, lo cual significa una merma del 74% respecto de las primeras ruedas del mismo mes de 2022.
Todo lleva a pensar en la proximidad de un nuevo dólar soja; el pase Mayo-Julio supera largamente los valores históricos en los mercados de futuros y a criterio de los especialistas es una señal inequívoca de lo que viene. El agro es la única fuente de ingresos, los dólares difícilmente vengan de otro lado.
Mientras tanto alarma ver a algunos comunicadores del ala más extrema del gobierno fustigando al titular del Ejecutivo, cargándole todas las culpas. O comprobar que al presidente no lo afecta que los ministros del sector más radicalizado de la coalición lo desconozcan. Menudo favor a un esquema que de por sí se ha caracterizado por aplicar parches de todos los tamaños y colores a un planteo agotado desde hace largo rato. El propio Fernández advirtió sobre la necesidad de "evitar continuar pegándole tiros al bote". Le cabe a la situación política y también a la economía argentina.