La decisión se estiró hasta 45 minutos antes del horario del partido, pero estaba cantada. Era imposible jugar con la cantidad de agua caída desde el mediodía y con la que seguiría cayendo durante toda la noche. Por eso Argentina Brasil pasó para hoy a las 21 y es una decisión lógica, porque un partido tan importante era imposible jugarlo en un campo de juego inundado, donde la pelota en vez de rodar flotaba.
El árbitro paraguayo Antonio Arias y sus asistentes, recién recorrieron el campo de juego a las 19,58 y fue una formalidad porque apenas lo pisaron, se dieron cuenta que era imposible jugar a algo parecido al fútbol.
Los dirigentes encabezados por el presidente Luis Segura y el secretario de selecciones, Juan Carlos Crespi llegaron con la premisa de postergar el partido y después de convencer a los veedores de la Conmebol, tuvieron que esperar la burocrática recorrida de los árbitros, para después negociar el horario.
La delegación brasileña aceptó la postergación, pero quería que se jugara a las 14 horas, porque decía que si no le descompaginaba su preparación para el partido del martes con Perú, pero después de varias negociaciones entendieron que era injusto no jugarlo a la noche, porque es día laborable y dejaría a mucha gente afuera. El entrenador Dunga y algunos de los jugadores brasileños querían jugar el partido, pero se fueron convenciendo que era imposible.
La poca gente que se había atrevido a llegar al Monumental, entre las calles inundadas del bajo Núñez y la tormenta que no cedía se retiró desilusionada, pero seguro volverá hoy con la misma ilusión y esperando que no llueva.