Uruguay

Incertidumbre

En los últimos meses acontecimientos internacionales, regionales, y otros puramente locales provocaron bajas en los valores de la hacienda, generando nerviosismo en el ámbito ganadero.

30 Nov 2012

Un poco de historia

El país de los 15 días, solía decirse, aludiendo a los cambios abruptos que tradicionalmente desarticulaban a la ganadería sin avisar, cada poco tiempo. Cuando no por una sequía o una inundación, el desbarajuste provenía de un trancazo en los mercados, o por alguna genialidad burocrática que dificultaba la comercialización, o por una política cambiaria que estrangulaba al sector, o por vaivenes en la política de financiamiento.

Cada poco tiempo, después de inflarse como burbujas que terminaban explotando, los valores de la hacienda se derrumbaban a niveles de catástrofe. Un ternero valía como un capón, y un cordero como una gallina; no valía la pena darle de comer al ganado ni cuerear en la mortandad.

El tiempo pasó, hubo enormes transformaciones en el sector y actualmente rige otra realidad.

Cuesta creerlo, pero las crisis tradicionales, que descuajeringaban al rodeo y a las finanzas de los establecimientos, hace años que no ocurren. Y no es porque no haya habido desastres climáticos, que en la última década se multiplicaron, con varias sequías de las más destructivas; tampoco ha sido que los mercados hayan estado siempre tranquilos.

Tan recientemente como fines de 2008 y parte de 2009, cuando estalló la crisis financiera del mundo rico, el precio de la carne exportada andaba por los U$S 2.400 la tonelada y el precio del novillo gordo no llegaba a los U$S 2 el kilo de carne en gancho.

Pero hubo una rápida recuperación, al impulso de la diversidad de mercados a los que accedemos, y a cierta estabilidad propia que parece tener el mercado cárnico, sustentada en las limitaciones de la oferta y la firmeza de la demanda mundial.

Desde abril de 2010, cuando se superaron nuevamente los U$S 3.000 por tonelada de carne, que se tradujo en los U$S 3 por kilo de novillo a la carne a partir de julio de ese año, no volvió a caer por debajo de ese umbral, y hubo meses en que estuvo por encima de los U$S 4.

Otra perspectiva

Hechas esas precisiones, lo cierto es que si bien la ganadería está viviendo momentos de incertidumbre, y los precios de la carne y de la hacienda han sufrido recientemente ajustes a la baja de cierta significación, los problemas actuales están a distancias siderales de los desastres que han asolado al agro a lo largo de la historia.

Por lo pronto, hay más plata y mejores herramientas para enfrentar las amenazas.

Seguramente por el influjo de los grandes fenómenos mundiales, los activos, la tierra y los ganados valen muchísimo más de lo que valían. El precio de la tierra ganadera se multiplicó -en una década- por ocho o por diez, en dólares corrientes.

Y los ganados, sin llegar a esos extremos, también subieron en porcentajes notables: en la última gran crisis, la de inicios de la década pasada, cuando se sumaba la aftosa a la crisis financiera, los novillos de faena se pagaban a un dólar el kilo a la carne, y ahora nos preocupamos porque valen 3,50.

No son los mismos dólares, claro, y en el medio hubo otras crisis, pero estos valores de ahora parecen firmes, resisten las presiones de distintos orígenes, responden cristalinamente al precio internacional de la carne.

En la última década, la valorización de los activos agropecuarios permitió enjugar la pesada carga del sobreendeudamiento que trancaba al sector; actualmente, aunque en la agricultura pueden tintinear algunas luces amarillas, las empresas ganaderas están sólidas, se manejan con capital propio y usan el crédito en mínima medida.

Valga la aclaración, porque todas las amenazas de la actualidad parecen paparruchas en comparación con lo vivido en otras instancias.

Nuevo escenario

Dicho esto, hay que reconocer que la coyuntura muestra un escenario donde no todas son rosas. Ha habido bajas en las cotizaciones de la carne exportada en los últimos meses, provenientes seguramente de los problemas de la demanda europea y de Rusia, que pagan precios más bajos por la carne que nos compran; pero también incide la situación regional, con Brasil devaluando: en la semana previa al cierre de esta nota, el real cotizó a 2,05 por dólar, acumula más de 20% de devaluación en los meses recientes, y más de 33% en un año, con lo que los ganados de ese país quedaron mucho más baratos que los nuestros. El novillo en San Pablo vale en torno a los U$S 3 por kilo de canal, cuando acá ronda los U$S 3,50.

También Paraguay, rematando la carne por las limitaciones de colocación que le impone el último brote de aftosa, con novillos a U$S 2,60 (o menos) a la carne, compite con ventajas en el mercado de Rusia, que le sigue comprando.

Argentina, con cambios múltiples de hecho, con un dólar oficial distanciado 30% del paralelo y una política esquizofrénica en el otorgamiento de permisos de exportación, perturba, pero no corre.

En lo estrictamente productivo, hay que destacar la sequita de otoño que sobrevino, que se cortó recién en la segunda semana de junio, pero que hasta entonces provocó mucha inquietud. En contrapartida, nada despreciable, la falta de lluvias permitió levantar sin problemas la mayor cosecha de la historia de cultivos de verano, entre ellos los granos forrajeros.

Producción

Luego de haber disfrutado de un otoño muy benigno, en el que, salvo una semana de intensos fríos tempranos en abril, fue generalmente cálido, cómodo para el ganado, con mucho pasto verde y suculento, a pesar de que las lluvias escaseaban.

Recién en junio vinieron las heladas bravas y se sintió de veras la falta de agua en muchas zonas. Las pasturas sembradas no venían, las praderas no rebrotaban y los pastos naturales de invierno apenas asomaban, lo que generó bastante inquietud en los productores, porque el inevitable invierno recién empezaba: hay un largo trecho para recorrer hasta la primavera, y no se puede iniciar una travesía tan dura con el caballo flaco y cansado de entrada.

Por suerte, según la visión coincidente de productores, técnicos y comerciantes, los ganados estaban en buen estado, a diferencia de otros años en que llegan a esta época ya desmadejados, con compromiso hasta de supervivencia para las categorías más susceptibles.

Otros elementos, en este caso positivos, fortalecen la posición de los productores, que hoy están en condición de defender más eficazmente sus ganados y su producción, por la gran cantidad de reservas forrajeras que se realizaron en esta temporada: los fardos de heno y los "buñuelos verdes" de silopack alineados en piquetes, los largos chorizos rellenos de grano húmedo y hasta las brillantes torres de chapa rebosantes de grano que sorprendentemente aparecen cada tanto al borde de las carreteras, integran el paisaje cotidiano de la nueva producción ganadera, ilustrando fehacientemente la magnitud de los cambios estructurales de los últimos años.

No menos importante es la incipiente recuperación que advierten los proveedores de insumos (ver El País Agropecuario Nos. 206 –páginas 4 a 6- y 207 –páginas 30 a 36-) en la siembra de pasturas permanentes, praderas y mejoramientos, además de los verdeos anuales, que ha sido la opción preferida en los años recientes.

Las pasturas mejoradas se han extendido a zonas del territorio adonde nunca habían llegado, aprovechando la acción pionera de los agricultores comerciales que avanzaron en esas áreas y acercaron los servicios y las maquinarias imprescindibles.

En algunas zonas, la agricultura, que llevaba un empuje arrollador, detuvo su marcha y empezó a retroceder: acobardados por los malos resultados de varias cosechas, el aumento incesante de los costos en dólares, las dificultades logísticas y las rentas demasiado altas, los agricultores entregaron campos, y se retiraron a territorios más dominables, de mejores suelos y más cercanos a los puertos.

Como todo, las olas van y vienen, y dejan en el camino beneficios y también algunos daños. Los establecimientos donde entró la agricultura como arrendataria obtuvieron (la gran mayoría sigue obteniendo) pingües ingresos en estos años por esas rentas, muy por encima de las que paga la ganadería y de los márgenes de la producción ganadera propia. Por otro lado, al retirarse los agricultores, suelen quedar campos empobrecidos, otrora intocados y fértiles, ahora chacreados y con el tapiz destruido, por lo que requieren de una inversión importante para recuperarlos.

Afortunadamente, el momento es muy favorable, dada la relación de precios entre productos ganaderos e insumos de las praderas (semillas y fertilizantes) actualmente vigente.

De todos modos, el problema no es menor, porque además de recuperar el tapiz de los campos, hay que repoblarlos, recuperar las dotaciones que se extrajeron cuando se quemaron esos potreros, y, con los precios actuales de la reposición, no se arregla con monedas.

El último dato es para festejar: las copiosas lluvias de mediados de junio dejaron atrás la incipiente sequía y auguran un mejor panorama.

El rodeo

En estos días se hace el recuento de las haciendas para la Declaración Jurada de DICOSE, que saca la foto del rodeo al 30 de junio, fecha de cierre del año agrícola.

Algunos resultados pueden estimarse con fundamento. El número de terneros declarados debería por lo menos repetir los 2,6 millones del ejercicio anterior, porque, como se recordará, si bien hubo un verano muy seco en 2011, el otoño fue excelente y permitió una revancha con el entore de otoño e invierno, que debe haber cifrado en la parición reciente. La declaración jurada no discrimina por tamaño de terneros, así que se declaran los destetados y también los que siguen al pie de las madres.

La faena del ejercicio, que se pensaba que no iba a llegar a los dos millones de cabezas, se recuperó en los meses de mayo y junio, luego de un cuatrimestre sumamente flojo. Con la faena predial se ubicará nuevamente en torno a 2,1 millones.

La mortandad general del rodeo no debería superar 2,5% del total, quedando por debajo de las 300 mil cabezas, dado que no hubo situaciones demasiado críticas en el ejercicio.

Y, finalmente, la exportación en pie cae a menos de 100 mil cabezas en este ejercicio, después de haber llegado a las 300 mil en el período anterior.

En resumen, el rodeo debe estar superando los 11,1 millones de vacunos declarados el año anterior, rondando los 11,3 millones.

Luego del cierre de este número se llevará a cabo la jornada, ya tradicional, en la que un grupo representativo de técnicos que realizan diagnóstico de preñez se reúnen en INIA Treinta y Tres, convocados por la Ing. Agr. Graciela Quintans. Los comentarios previos anticipan un resultado bastante aceptable del último entore, aunque seguramente se sienta el agujero de los servicios de enero, cuando la seca apretó y los celos se aplacaron. Lo veremos en el próximo número.

Faena y producción

Completado el primer cuatrimestre, la faena de este año era 5% menor a la de 2011, con apenas poco más de 670 mil reses procesadas. Pero en mayo repuntó y en junio parece que también lo hará. A esta altura ya prácticamente se igualaron los tantos, con 937 mil reses este año frente a 939 mil el año pasado, pero en 2012 se están faenando más novillos, o sea que se está produciendo un poco más de carne.

Completado el ejercicio agrícola, se estarán superando ligeramente las dos millones de reses faenadas. Una cifra bastante magra, pero mayor de la que se había previsto y temido.

Exportación

Se está exportando más. Al 9 de junio, se llevan colocadas algo más de 165 mil toneladas, 15,5 mil más que el año pasado a la misma altura, 11% de aumento. Se produjo apenas algo más, pero la exportación creció significativamente, lo que equivale a suponer que bajó el consumo, o que salió carne de las cámaras, o un poco de cada cosa.

Los precios del acumulado de exportación en lo que va del año son similares a los de 2011, pero en los últimos tres meses han estado por debajo de iguales meses del año anterior. En junio, los primeros datos muestran caídas de 12% respecto a un año atrás.

Si bien los precios de la carne exportada bajaron, el ejercicio completo promediará un valor alto, de más de U$S 3.910 la tonelada peso carcasa, muy cercano al récord del año calendario pasado. Al finalizar el período se superarán los U$S 1.400 millones y las 360 mil toneladas carcasa exportadas.

En el ejercicio que finaliza, el precio del Hilton –ya cumplido íntegramente- alcanzó a U$S 14.737 la tonelada peso producto, 6% superior al que se logró en el ejercicio anterior. En determinado momento del año pasado superó los U$S 17.000, pero ahora anda por los U$S 12.000 o 13.000 la tonelada.

Este año vemos que en EEUU hubo un aumento muy importante de los embarques dentro de cuota, que prácticamente está llegando a 50% de cumplimiento, con un precio ligeramente inferior al del año previo.

Algo similar ocurre con Canadá, que también compró más volumen a precios algo menores.

Las variaciones más notables de 2012 respecto a 2011 tienen que ver con la pequeña baja de la UE y de Rusia, en volúmenes y en precio, compensada por un incremento en las compras de EEUU y Canadá, y sobre todo de Israel, Chile y Venezuela.

Un tema que recién arranca, pero que se las trae, es la famosa cuota 620 de carne de calidad en Europa, una cuota que sube a 48 mil toneladas anuales a partir del mes que viene. Llevamos exportadas apenas 350 toneladas dentro de este contingente, a un precio de U$S 8.551 la tonelada peso producto, lo que daría para pagar a U$S 4,10 o 4,20 el kilo de novillo a la carne. Por ahora son mendrugos, pero va a crecer y hay muchas empresas preparando ganado para aprovechar este negocio.

El abasto interno también registra caídas de consideración. La media res bajó 11% en dólares desde marzo, debido al doble efecto de la reducción en el precio sumada a la devaluación de la moneda de 10% en los últimos dos meses, ya que esa mercadería se transa en pesos.

Hacienda

Así como bajó la exportación, también bajó el ganado. El precio de la hacienda, tanto el gordo como la reposición, tuvo una disminución bastante pronunciada: alrededor de 9% en el novillo gordo en un par de meses de continuada caída.

Pero recientemente esa tendencia se detuvo y se revirtió: al cierre de esta nota, todas las categorías de hacienda muestran señales de recuperación, reforzadas por la mejora en la perspectiva forrajera que surge de las lluvias caídas.

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