En la última década, Argentina ha experimentado una marcada necesidad de producir forrajes de alta calidad. Este apuro se debió a la fuerte competencia que se produjo con la agricultura, por el recurso tierra, lo que obliga a la producción ganadera tanto de carne como de leche a aumentar su eficiencia. Esta realidad indica una necesaria adopción de tecnologías destinadas a mejorar la cantidad y calidad de los forrajes conservados, para lograr este aumento de la productividad.
En este contexto, los sistemas ganaderos tienden hacia la intensificación bajo diversas variantes. Una de ellas consiste en la estabulación completa y el reemplazo total de pastoreo por raciones equilibradas llamadas raciones totalmente mezcladas (TMR, por su sigla en inglés) formadas con concentrados energéticos, como los granos y silajes de gramíneas, suplementos proteicos como los silajes de pasturas y henos de calidad que aportan fibra efectiva. A estos ingredientes tradicionales hay que sumarles los nuevos ingredientes que están surgiendo del procesamiento de los granos, muy utilizados en las raciones bovinas a nivel mundial y que están empezando a tener gran disponibilidad en nuestro país debido al creciente nivel de industrialización de los granos en origen.
Alimentos en origen. Un ejemplo claro de esta situación lo constituyen los 1,2 millón de toneladas de maíz que se van a procesar durante el año 2014 en la provincia de Córdoba para producción de etanol, del cual se puede obtener un excelente subproducto proteico (granos destilados que incluyen el núcleo de maíz menos el almidón) que en forma seca (DDG) puede formar parte de alimentos balanceados para ser utilizados en las raciones.
Este subproducto, rico en proteína, fibra y grasa, puede ser mezclado con el jarabe obtenido del agua residual del centrifugado, incrementando aun más su valor nutricional, lo que se denomina DDGS (90 por ciento de materia seca, 28 a 34 por ciento de proteína) si se comercializa seco, o WDGS (35 por ciento materia seca, 28 a 32 por ciento de proteína, 8 a 10 por ciento de grasa) si se vende húmedo. Cabe aclarar que el WDGS es un alimento perecedero que mantiene su calidad nutricional por seis días en época estival y 12 días aproximadamente en periodos de baja temperatura ambiente.
Mezclas parciales. Los sistemas de producción del ganado bovino en confinamiento o semiconfinamiento permiten una mayor expresión del potencial de producción de animales de alto mérito genético, la simplicidad en la determinación del consumo de nutrientes y el monitoreo de los costos de alimentación. Una alternativa interesante a la intensificación total es la combinación de dietas TMR y pastoreo, lo que se conoce como raciones parcialmente mezcladas (PMR, por su sigla en inglés), debido a que la pastura no es una parte física incluida dentro de la ración. Este sistema de alimentación es una opción interesante para los productores que evalúan la transición hacia la adopción de sistemas confinados, reduciendo los costos de las TMR.
Para la elaboración de las TMR y PMR la herramienta más utilizada son los mixer, que cumplen la función de mezclar de manera homogénea cantidades controladas de distintos ingredientes y entregar una dieta homogénea y equilibrada de acuerdo al requerimiento de los animales y con la suficiente cantidad de fibra efectiva que permita mantener los tiempos de insalivación y rumia.
Fibra con heno. Para un eficiente uso de los acoplados mixer la tendencia es crear patios de comidas donde se dispongan todos los ingredientes de la ración. En este sentido, la fracción de fibra que es aportada por el heno ya no puede ser suministrada colocando un rollo entero dentro de un aro metálico para ser consumido a voluntad (ad libitum) por los animales, sino que debe estar integrado dentro de la ración que se suministra.
El heno es la fuente de fibra “clave” para la producción ganadera, ya que permite equilibrar las dietas en base a pastos frescos, dietas húmedas en base a ensilajes o raciones con elevados niveles de concentrados. Además en estas dietas posibilita lograr mejores texturas y palatabilidad, a la vez que provee la fibra efectiva necesaria para un correcto funcionamiento ruminal. Si bien es sabido que la fibra es necesaria para el correcto “funcionamiento físico” del rumen debe poseer calidad que no limite el consumo.
Es que la fibra de mala calidad con altos valores de celulosa, hemicelulosa y lignina limitan la “ingesta o incorporación de otros nutrientes”. Es por esto que al momento de producir rollos y fardos deben tomarse todos los recaudos para producir un heno de calidad, procurando conservar la hoja que es la fuente de nutrientes.
Una nueva alternativa. En la búsqueda por aprovechar sus equipos durante un mayor tiempo del año, contratistas forrajeros del centro de la provincia (Sacanta) comenzaron a desarrollar y ofrecer una nueva opción de conservación de forraje seco. La alternativa se está transformando en una interesante alternativa al rollo y al megafardo para implementar en tambos y feedlots.
Esta nueva presentación del heno otorga una gran ventaja en cuanto a la facilidad que brinda para la formulación de raciones, ya que permite disponer del heno de alfalfa en el patio de comida, picado y embolsado, listo para cargar con la pala al mixer horizontal, al igual que se hace con el resto de los ingredientes de la ración.
La técnica consiste básicamente en utilizar las mismas máquinas que se requieren para elaborar un silo de alfalfa, como la picadora de precisión con el recolector y una embolsadora (máquina embutidora y bolsa de nailon plegada). La bolsa actúa como elemento de contención y protección de los agentes climáticos (en especial lluvia y/o humedad ambiente) y permite de esta manera conseguir una buena preservación a largo plazo, con reducidas pérdidas de calidad y cantidad durante el almacenamiento.
Con la experiencia desarrollada durante este tiempo, es recomendable que la recolección del material se realice cuando este presenta alrededor de 16 por ciento de humedad. Se ha observado que con valores de humedad inferiores al 13 por ciento se produce una gran pérdida de hojas, dado que aumenta la susceptibilidad al quebrado. Y con valores superiores al 18 por ciento hay una gran probabilidad de apariciones de hongos y olores objetables a una buena henificación.
La picadora permite lograr un largo de picado de 4,5 centímetros promedio como máximo, en el heno para producción de leche; y de 0,9 centímetro promedio, como mínimo, para la producción de carne. El material recolectado y picado es depositado en camiones volcadores que trasportan la alfalfa desde el lote hasta el lugar donde se encuentra ubicada la embolsadora para el acopio.
Tecnologías de henificación. Las rotoenfardadoras llegaron al país en el año 1984 y revolucionaron la forma de hacer reservas de forrajes. Permitieron mecanizar todo el sistema de confección, almacenaje y suministro de heno. Desde hace más de 15 años conviven con otra tecnología muy eficiente de henificación como son las megaenfardadoras que en los últimos tiempos han incrementado sustancialmente su participación en el mercado. A diferencia de los rollos, el megafardo posee un uso netamente comercial, dado que este tipo de máquinas presentan como principales usuarios a los contratistas rurales o a grandes productores de alfalfa que comercializan sus fardos gigantes.
El Inta llevó a cabo recientemente una evaluación múltiple entre una megaenfardadora, equipada con procesador de fibra (cutter) y otra en versión estándar sin procesador. También se compararon los parámetros obtenidos con una rotoenfardadora de nueva generación.
Las tres máquinas de última generación estaban equipadas con recolectores de bajo perfil y en ninguno de los casos superó el uno por ciento de pérdidas.
Respecto a las pérdidas, a nivel de cámara de compactación, los datos demostraron que la rotoenfardadora trabajando en mejores condiciones de henificación (gavilla de 83 por ciento de materia seca), perdió 0,7 por ciento más que la megaenfardadora, sobre un material más susceptible con 90 por ciento de materia seca (10% de humedad). Cuando se trabajó con la megaenfardadora con procesador de fibra, las pérdidas se incrementaron en un 0,35 por ciento respecto al megafardo con fibra larga. En general los porcentajes de pérdidas totales (pérdidas del recolector y pérdidas por cámaras de compactación) son bajos en los tres tratamientos, dado que en ninguno de los casos superan el cuatro por ciento. La megaenfardadora, al tener una cámara de compactación que protege más a la hoja, aportó menos pérdidas en cantidad y calidad, aun en condiciones más difíciles.