Mucho se ha hablado de los efectos que han tenido las políticas agrícola – ganaderas en el sector agropecuario. El ejemplo más actual y candente es la posibilidad de que falte trigo para cumplir con el volumen necesario de harina en el mercado interno, en buena parte consecuencia de una mala política agrícola.
En este contexto, el sector ganadero también sufre políticas adversas que se manifiestan en el hecho de que en la última década se perdieron aproximadamente 10 millones de cabezas, situación que se vio acrecentada por la seca histórica que atravesó el país en la campaña 2008/09. La baja en el número de animales generó un incremento de precio tan significativo que tornó muy interesante al negocio. Sin embargo la atracción no duró mucho.
El desinterés de los productores en pensar en el negocio a más largo plazo se manifiesta en el valor de dos importantes indicadores, la faena de hembras y el peso de faena.
En cuanto a la primera variable, el valor de equilibrio es 43% de hembras en la faena, mientras que según datos de IPCVA su participación en junio fue de 42,4%. En caso de continuar la tendencia de los primeros 6 meses del año, se estaría iniciando la fase de liquidación que tiene importantes consecuencias para el negocio ganadero a futuro. Vale aclarar, que a lo largo de casi todo el 2012 la tendencia fue inversa, donde se alcanzó el piso de participación de hembras en noviembre con un 37%.
El otro indicador, menos observado, pero de igual importancia es el peso medio de faena. El peso promedio de faena desde enero del 2013 hasta junio (último dato disponible en IPCVA) es de 221,7 kg/res, valor algo inferior al promedio del 2012 y 6 kg por debajo del promedio de 2011. Estos 6 kg menos, no representan un valor insignificante, dado que si se lo multiplica por el número de animales faenados en 2013 nos indica que dejamos de producir 37.364 tn. De todos modos, los 227,6 kg que se lograron en el 2011, siguen siendo valores bajos a nuestro criterio. Simplemente a modo de comparación, en Uruguay, país con mucho menor stock bovino que el de Argentina pero con exportaciones superiores, el peso de faena promedio es de 250 kg/res (según datos de INAC para el ciclo 2011/12) lo que indica una mayor eficiencia de kg producidos por animal.
Como consecuencia, la relación animales pesados respecto a los livianos en la faena es diametralmente opuesta a la situación 10 años atrás. Como se puede observar en el gráfico, la participación en la faena de animales gordos, tiene un quiebre coincidente con el inicio de políticas que afectaron principalmente a la exportación, manifestándose el incremento en la participación de animales livianos. Dicho de otro modo, el productor hoy logra mejor resultado por vender un animal más liviano y de esta manera hacer circular el capital; respecto a lograr animales más pesados que implica una inmovilización prolongada del capital.
El mal desempeño de los indicadores mencionados anteriormente tienen origen en la dinámica de una variable que sufre de las políticas ganaderas: la exportación. Dicha variable presenta una tendencia negativa en cuanto a participación respecto a la producción nacional en los últimos años. Para los primeros 6 meses del 2013, la exportación se llevó 6,5% de lo producido, cuando el promedio histórico es del 15%.
Concluyendo, la exportación es la variable en la que hay que hacer hincapié, y así recuperar mercados internacionales. Esto se podría reflejar rápidamente en precios percibidos por el productor, para animales más pesados. Esta mejora se traduciría en mejores perspectivas para el negocio ganadero, mejorando de esta manera los indicadores vistos y permitiendo que la Argentina logre mayor producción de carne.