A esta conclusión llegaron un grupo de especialistas responsables de un análisis exhaustivo en función de variables que definen la situación de la economía de un país. El número es cada vez más feo.
A esta conclusión llegaron un grupo de especialistas responsables de un análisis exhaustivo en función de variables que definen la situación de la economía de un país. El número es cada vez más feo.
A pesar del notable trabajo de marketing del Ministerio de Economía, las cuentas del Estado no se ven bien. No mejoran. Probablemente se deba a que hemos llegado a un punto en que ni el maquillaje ni las vendas alcanzan para contener las complicaciones existentes y las que se avecinan. El ministro consiguió detener casi en la base de la pendiente un carro que iba rumbo a estrellarse inexorablemente, pero no puede pretender mucho más que eso sin verdaderos cambios de fondo. Y entonces el paciente no logra salir de cuidados intensivos. Sigue dando señales alarmantes.
En este contexto, el trabajo de la Universidad Austral y el Romano Group, responsables de la elaboración del índice de riesgo monetario, pone de relieve la creciente fragilidad del país en este sentido, que entienden va a agravarse en los próximos meses, generando mayores presiones a una gran devaluación del tipo de cambio oficial durante 2023 o inicio de 2024.
Ya dicho antes, la Argentina se ha convertido en el país de los remiendos. Una montaña de tipos de cambio distintos, compensaciones, fideicomisos, precios justos, volúmenes de equilibrio, cepo a las importaciones y otras bellezas por el estilo. Es muy difícil que esto pueda funcionar y forjar un futuro mejor para todos, y algunos indicadores lo reflejan de manera insobornable.
El índice antes mencionado es elaborado mensualmente con base en octubre de 2010 y estadísticas oficiales del INDEC y el BCRA. Se construye a partir de distintas variables económicas en términos locales y globales, consideradas imprescindibles para mantener la estabilidad monetaria de la economía doméstica, entre otras, los pasivos remunerados (Leliq, pases y lebac), la base monetaria respecto del PBI, el riesgo país, el saldo de la balanza comercial, las reservas internacionales brutas, el tipo de cambio oficial, las tasas de interés real, la inflación y el Producto Bruto Interno.
Un índice por debajo del 30% es representativo de un escenario de estabilidad monetaria, mientras que un índice superior al 60% evidencia un contexto de altísima fragilidad en este sentido. Pues bien, con
pasivos remunerados por 211 puntos de base, el riesgo monetario para la Argentina asciende ahora al 68,59%.
La endeblez monetaria de nuestro país no logra disiparse con medidas puntuales como ambos Dólar Soja o como resultado de mejoras en el clima global, tras señales de la Reserva Federal de Estados Unidos que llevaron a que el dólar perdiera valor relativo frente a otras monedas.
Por el contrario, la lupa recae precisamente sobre el último Dólar Soja, que permitió que los productores cobraran una mínima proporción de lo que deberían estar recibiendo por la oleaginosa. Una maniobra anormal que forma parte del conjunto de parches oficiales para mantener el statu quo y seguir extrayendo recursos del campo. Como fuere, los u$s 3100 millones liquidados hicieron posible que el Banco Central (BCRA) cerrara el año recomponiendo sus reservas internacionales, lo que llevó al gobierno a cumplir las metas con el FMI y mantener un diciembre tranquilo en materia cambiarla.
Pero según el informe de la Universidad Austral, la mayor emisión monetaria que el BCRA utilizó para comprar divisas en el MULC (13,2% de la base monetaria) aumentó los pasivos remunerados un 123% en 2022. En el cortísimo plazo, se estabilizó el problema de la falta de dólares y se cumplieron las metas con el FMI, pero los pasivos remunerados ya representan el 211% de la base monetaria, y con tasas que capitalizan por encima del 100% anual, lo que genera un escenario de mayor emisión futura y deterioro de la situación patrimonial del BCRA. Asimismo, esos pasivos remunerados se incrementaron el último año hasta el 9,34% del PBI, equivalentes a casi u$s 57.000 millones de dólares.
Lo que viene es preocupante. Los comentarios de esta alta Casa de Estudios ponen el acento en una merma en las liquidaciones del sector agroexportador en 2023 superiores a los u$s 12.000 millones, y una caída en las arcas del Tesoro, vía retenciones, de u$s 3.500 millones, todo como consecuencia de la seca. Es mucho dinero.
La Universidad entiende que esta realidad llevará posiblemente a controles de cambio más estrictos -nada bueno para el funcionamiento de la economía- y mayores presiones sobre los dólares financieros y en el tipo de cambio oficial. Para el segundo trimestre del año, volverá la incertidumbre de la deuda en pesos por los grandes vencimientos existentes.
Medidas que acompañen a un programa económico integral basado en reformas deberían ser el puntapié inicial para comenzar a corregir el riesgo monetario actual. Pero nadie cree que este gobierno pueda ir por ellas, de allí los nubarrones que ofrece el futuro.