9 Dic 2012
La cebada es un cultivo que aumentó mucho su área sembrada y su producción. En el ciclo 2012/13 se sembraron 1,5 millones de hectáreas y se esperaba cosechar 5,6 millones de toneladas, de las cuales el 80% tiene destino forrajero, con los países del norte de África y Arabia Saudita como principales destinos de exportación.
Sin embargo, un relevamiento realizado por la consultora Globaltecnos para CREA entre productores de distintas zonas, mostró fuertes caídas en los rindes. Se encuestaron agricultores de Las Parejas, Saladillo, Las Flores, Pergamino, Salto, Gualeguay, Pérez Millán, Marcos Juárez, Alberti y Dorrego. Además, la caída de rindes vino acompañada de problemas de calidad. En la cebada forrajera existen varios rubros en el estándar de comercialización, pero los más definitorios son tres: peso hectolítrico, materias extrañas y granos pelados y/o rotos.
Las caídas de rinde y de calidad están asociadas a baja radiación (muchos días nublados determinaron que la planta no realizara la fotosíntesis de forma plena, generando granos livianos); golpe de calor a principios de noviembre, que provocó un “efecto soplete” que dio como resultado granos chicos. También influyeron el anegamiento durante octubre y ataques de Ramularia.
Los exportadores advirtieron el problema y algunos han empezado a tomar medidas, como disminuir las exigencias de peso hectolítrico, con descuentos variables por punto de caída. No obstante, si las condiciones de comercialización no sufrieran modificaciones porque algunos exportadores no estuvieran dispuestos a reducir las exigencias de calidad, el margen de maniobra de los agricultores se reduciría significativamente.
La primera acción que han puesto en marcha algunos productores para evitar mayores problemas es clasificar la cebada desde el lote, cosechando por ambientes, muestreando todas las tolvas y, en caso de ser posible, hacer una prelimpieza en el campo. Finalmente, si la cebada sigue teniendo bajo peso, se debería procesar directamente en el acopio.
En caso de no poder cumplir ni con la calidad ni con la cantidad habrá que evaluar la forma de cubrirse de una eventual suba en el precio de la forrajera que genere mayores pérdidas.
Una instancia que exploran algunos productores para cubrirse ante una eventual suba de la cebada puede ser la compra a través del Matba, aunque como la entrega es en Quequén y la zona parece no estar mal, es difícil que suba esa posición.
Por el lado comercial, la sorpresa no es menor y resulta difícil dimensionar el impacto económico del problema debido a que la cosecha comenzó recientemente. También habrá un impacto financiero importante, que sólo podrá ser neutralizado parcialmente con la venta del trigo, porque su calidad y rinde también muestran problemas en varias zonas productivas.
Sin embargo, un relevamiento realizado por la consultora Globaltecnos para CREA entre productores de distintas zonas, mostró fuertes caídas en los rindes. Se encuestaron agricultores de Las Parejas, Saladillo, Las Flores, Pergamino, Salto, Gualeguay, Pérez Millán, Marcos Juárez, Alberti y Dorrego. Además, la caída de rindes vino acompañada de problemas de calidad. En la cebada forrajera existen varios rubros en el estándar de comercialización, pero los más definitorios son tres: peso hectolítrico, materias extrañas y granos pelados y/o rotos.
Las caídas de rinde y de calidad están asociadas a baja radiación (muchos días nublados determinaron que la planta no realizara la fotosíntesis de forma plena, generando granos livianos); golpe de calor a principios de noviembre, que provocó un “efecto soplete” que dio como resultado granos chicos. También influyeron el anegamiento durante octubre y ataques de Ramularia.
Los exportadores advirtieron el problema y algunos han empezado a tomar medidas, como disminuir las exigencias de peso hectolítrico, con descuentos variables por punto de caída. No obstante, si las condiciones de comercialización no sufrieran modificaciones porque algunos exportadores no estuvieran dispuestos a reducir las exigencias de calidad, el margen de maniobra de los agricultores se reduciría significativamente.
La primera acción que han puesto en marcha algunos productores para evitar mayores problemas es clasificar la cebada desde el lote, cosechando por ambientes, muestreando todas las tolvas y, en caso de ser posible, hacer una prelimpieza en el campo. Finalmente, si la cebada sigue teniendo bajo peso, se debería procesar directamente en el acopio.
En caso de no poder cumplir ni con la calidad ni con la cantidad habrá que evaluar la forma de cubrirse de una eventual suba en el precio de la forrajera que genere mayores pérdidas.
Una instancia que exploran algunos productores para cubrirse ante una eventual suba de la cebada puede ser la compra a través del Matba, aunque como la entrega es en Quequén y la zona parece no estar mal, es difícil que suba esa posición.
Por el lado comercial, la sorpresa no es menor y resulta difícil dimensionar el impacto económico del problema debido a que la cosecha comenzó recientemente. También habrá un impacto financiero importante, que sólo podrá ser neutralizado parcialmente con la venta del trigo, porque su calidad y rinde también muestran problemas en varias zonas productivas.