Nada es para siempre. Después de un periodo brillante en materia de términos de intercambio, el viento de cola comienza a esfumarse. Todo indica que nuevamente dejamos escapar una gran chance.
Ha pasado una y otra vez. Periódicamente se dan escenarios durante los cuales los precios de los productos del agro tienen valores superlativos y generan ingresos para el país aun más importantes que los que el sector pone sobre la mesa cada campaña. No hace falta aclarar que la suerte de la Argentina está atada en gran medida a lo que puede originar el campo.
En economía se habla de deterioro de los términos de intercambio cuando el precio de los productos exportados tiende a disminuir respecto del de los productos importados. El caso más sonado correspondió al año 2008, con términos de intercambio formidablemente favorables para la Argentina, en que el país acabó inmerso en una controversia sin fin hasta que Julio Cobos pronunció aquel célebre voto no positivo. En el medio se frenaron los negocios destinados a capturar esas ventajas producto de la disputa entre quienes querían vender su grano y quienes pretendían apropiarse de parte de esa ganancia vaya a saber con qué cometido.
Al cabo, los términos de intercambio se deterioraron y el intento de imponer aquella Resolución 125 terminó dejando sin nada a unos y otros. Una vez más la Argentina vio pasar el tren sin poder subirse.
Apelando al Indec, ahora la Fundación Libertad y Progreso advierte que en julio la pérdida por caída en los términos del intercambio fue de u$s 757 millones, la mayor en toda la Administración Fernández. Y no es un hecho aislado. Es el tercer mes consecutivo en que se registra una pérdida por esta misma razón, luego de 540 días corridos con saldo positivo.
Esto quiere decir que la historia se dio vuelta y que las exportaciones "compran" cada vez menos importaciones debido a la modificación de los precios internacionales.
Por cierto, las nuevas restricciones para realizar pagos de importaciones impactaron sobre ciertos bienes de consumo y algunos otros intermedios, mientras que las compras de combustible se mantuvieron en los niveles récord que vienen mostrando desde hace unos meses.
Paralelamente, el valor de las exportaciones registró su tercer mes consecutivo de desaceleración en la variación interanual, mientras que en la otra vereda los precios de las importaciones siguieron subiendo, sobre todo los combustibles; se está comprando un 50% más con un valor 111% más caro que un año atrás debido, entre otras cosas, a imprevisiones en materia de política energética. A la Argentina le sobra gas, pero tiene que comprarlo afuera debido a que un aparente revanchismo político envió al freezer la construcción de un gasoducto clave.
Con la Resolución 125 las ganancias para el país que podían llegar, pasaron de largo. En esta crisis global que llevó hacia arriba los precios de los granos, ese plus efectivamente aterrizó dentro de nuestras fronteras, pero esta vez tampoco redundó en beneficios para el país; se volatilizó en los vericuetos del clientelismo y la necesidad de mantener un supuesto bienestar ficticio.
Es una pena que cierta dirigencia política se empeñe en negar la contundencia de los números, lo cual trae consecuencias nefastas para toda la sociedad. El campo es el driver, el único capaz de generar estos excedentes, que deberían aprovecharse en beneficio de todos. Por ahora no es así.