Teniendo en cuenta lo que va a recibir de la presente administración, es difícil decir si le corresponde una felicitación o directamente las condolencias. De todos modos los peores padecimientos serán para la gente.
La herencia va a ser muy dura, tanto como las medidas que habrá que tomar para corregir semejante desaguisado. Seguramente serán impopulares y someterán a la población a un periodo de adaptación de la economía que sumará nuevas privaciones. Economistas de primer nivel estiman que, aun contando con un plan muy bien estructurado, hay que pensar en 6 a 8 meses muy difíciles para la mayoría de los argentinos, y también para quien se ponga al frente de la tarea que hay que hacer.
El Grupo Romano anticipó alguna de las principales variables económicas que encontrará quien obtenga la victoria en los comicios de este año. Para empezar, heredará una inflación reprimida, como mínimo del orden del 50%, un tipo de cambio atrasado, cepo cambiario y altas expectativas de devaluación. A eso hay que sumar un Banco Central casi sin dólares propios y un elevado stock de deuda, un problema ciertamente muy difícil de resolver. Precisamente las chances de una gran devaluación se cimentan en la necesidad de la autoridad monetaria de corregir la deuda respecto del PBI.
Se trata de un panorama más frágil aún que el que recibió Macri en 2015 y el que este le dejó a Fernández en 2019. Para estos consultores, el alocado crecimiento de la deuda de Pesce y los suyos es uno de los peores escollos a sortear, ya que además está pagando una tasa por encima del 100% anual. Los pasivos remunerados crecen cual reloj de un taxímetro que funciona alocadamente. Actualmente, medido en su media móvil de 10 ruedas, los intereses mensuales como porcentaje de la base monetaria ya representan un 18% de la misma. A su vez, la cantidad de billetes circulando es astronómica y con las últimas medidas todos los números conocidos -alarmantes por cierto- se van a ver incluso superados.
La aceleración en el crecimiento del stock de la deuda será insostenible para la nueva gestión, so pena de entrar en un régimen de inflación aún más disparatado. Precisamente, el mayor desafío en el frente monetario será evitar un nuevo estallido inflacionario acompañado de una recesión profunda de la economía. Asumiendo una devaluación del 100% de la moneda doméstica oficial, la inflación podría alcanzar el orden del 200% durante 2023/24. Lamentablemente, podría decirse que no está muy lejos del ajuste cambiario que se necesita. Por eso será determinante la confianza en el programa económico enunciado por la próxima gestión.
No hay dudas de que el atraso cambiario es otro de los temas espinosos que habrá que solucionar, ya que contribuye a la pérdida de competitividad de nuestras exportaciones. ¿Gradualismo o shock? Los economistas que elaboraron el informe advierten que las condiciones macroeconómicas se encuentran más deterioradas respecto del escenario que recibió Macri en 2015, pero los riesgos de mantener los controles de capitales están reflejados en lo que ha sido el ciclo 2019-2023, cuando la economía argentina no logró expandirse y se acumuló una inflación totalmente desbordada.
Los errores de la actual Administración son pesados. Ha quedado demostrado que el control de capitales condicionó fuertemente la acumulación de reservas internacionales por parte del Banco Central, lo mismo que la brecha cambiaria. Quien asuma en diciembre encontrará muy pocos dólares en la entidad de la calle Reconquista. Poco y nada.
A su turno, la Fundación Mediterránea también analizó el escenario que recibirá el nuevo gobierno. A priori calcula que el balance de fines de 2023 será algo más negativo que el de 2015, pero bastante más complicado que el de 2019.
En términos per cápita, el ingreso promedio de los argentinos (poder adquisitivo) se ha contraído unos 10 puntos en los últimos diez años, comparado con el avance de cerca de 20 puntos registrado por el promedio mundial en igual período. La Fundación coincide en que quienes resulten victoriosos en octubre, o noviembre a lo sumo, deberán recuperar además un activo que perdió rápidamente la actual administración: la confianza de la gente, vital para llevar a cabo las tareas de reconstrucción que se requieren.
Por último, Bloomberg habla de expectativas de inflación sin techo y proyecta, por ahora, un 126% para 2023, apoyado en el último Relevamiento de Expectativas de Mercado del BCRA. También pone de relieve que no hay señales de desaceleración alguna a la vista para un proceso tan dañino. Para fin de año se prevé asimismo un dólar oficial en torno de los $ 400, con una caída del PBI de al menos el 3% y un rojo fiscal importante. Hay que pensar en $4.016 miles de millones, una enormidad.
Sea cual fuere la fuente consultada, el escenario para el ganador de los comicios de este año es muy complicado, al tiempo que el mediano plazo pinta durísimo para la población del país. Antes o después, en política económica los errores se pagan muy caros, desafortunadamente para nosotros.