Estados Unidos está a las puertas de comenzar la recolección de soja y maíz en el corazón productivo del país. Sin embargo no le quita los ojos de encima a Sudamérica, y dentro de ella a Brasil, el país que viene recortando las chances exportadoras de la nación de las barras y las estrellas, un panorama que se puede agravar si a las más de 160 millones de toneladas de soja y 130 millones de tonelada de maíz que se esperan para el socio del Mercosur la próxima campaña, se agrega una producción aceptable en la Argentina.
De hecho la Bolsa de Comercio de Rosario difundió su primer pronóstico de cosecha 2023/24: una producción de granos gruesos un 70% superior a la de este año, con un aumento de casi 140% en la soja.
Esta visión optimista coincide con la opinión de un especialista en meteorología de la consultora DTN, que estima que El Niño finalmente hará su trabajo. Según entiende John Baranick, el pronóstico estacional es favorable para la mayoría de las zonas de producción de América del Sur. Asegura que las precipitaciones superiores a lo normal en la Argentina y el sur de Brasil supondrán un cambio radical respecto de años anteriores. Además, las condiciones más secas en el centro de Brasil -típicas de la presencia de El Niño en esta parte del vecino país- pueden no ser tan malas.
Baranick reseña las complejidades de tres años olvidables para el Cono Sur. La campaña 2020/21 se caracterizó por un inicio retrasado de la temporada de lluvias y de la siembra en Brasil, seguido de heladas importantes y generalizadas para la cada vez más imponente safrinha de maíz. La temporada 2021/22 trajo condiciones anormalmente secas en el sur de Brasil y la Argentina, que redujeron el potencial de ambos. Finalmente, la temporada 2022/23 registró una cosecha récord de soja y maíz en Brasil, pero la Argentina sufrió una de sus peores sequías en el último siglo y perdió la mitad de la producción.
El especialista asegura que esta campaña de gruesa será muy diferente, y se anima a predecir un periodo de bonanza con la presencia de El Niño. Espera que el patrón climático en Argentina y el sur de Brasil se vea más activo y entonces las precipitaciones tenderán a ser superiores a lo normal durante la primavera y el verano.
Baranick habla de precipitaciones cercanas o superiores a lo normal en ambas áreas de septiembre a enero, como mínimo. Los pronósticos que tiene a la vista le restan protagonismo al maíz tardío en la Argentina, ya que los efectos típicos de El Niño hacen que sea más probable que se registren buenas lluvias para pensar en implantar en septiembre.
En la vereda opuesta, el norte de Brasil y parte del Centro Oeste suelen tolerar deficiencias de humedad en años Niño. Allí los productores generalmente esperan hasta que hayan caído 25 a 50 mm de lluvia dentro de la estación húmeda para comenzar a implantar y asegurar una buena emergencia después de una larga estación seca.
El punto es que ya ha estado lloviendo anticipadamente y los agricultores pidieron adelantar la siembra; normalmente hasta el 15 de septiembre no se libera la tarea debido al vacío sanitario para frenar a la roya asiática. Y algunos de ellos han conseguido la autorización para mover las sembradoras en Mato Grosso. De tal modo es probable que tengamos soja brasileña en el mercado antes de Navidad. Todo un golpe para Estados Unidos, que ve como su ventana óptima de ventas se sigue achicando.
A medida que El Niño pierda fuerza hacia el otoño del hemisferio sur, se irán esfumando sus beneficios. Uno podría inferir que los cultivos sembrados más tarde no disfrutarán de todas las ventajas generadas por el fenómeno climático. Eso le pone una incógnita tanto a la safrinha brasileña como al maíz tardío argentino, si bien la diferencia de un mes en la implantación complica mucho más al cereal del vecino país. Aún así, eso puede no importar en el caso de Brasil, ya que el área habría acumulado suficiente humedad en el subsuelo para flotar a través de algunos tramos más secos hacia el final de la temporada.
¿Y el trigo argentino? Todo dependerá de cuán intenso sea El Niño. En apariencia el riesgo de inundaciones en noviembre sería acotado, al menos en la Argentina. Sí es cierto que aunque no se llegue a ese extremo, precipitaciones excesivas en diciembre durante la cosecha pueden complicar el resultado final del cereal.
No todas son rosas. A diferencia de Argentina, el patrón activo en el sur de Brasil ha sido muy fructífero en términos de precipitaciones durante el invierno. De hecho, a los productores les ha resultado difícil cosechar el maíz safrinha restante en algunas zonas debido a las condiciones de humedad.
Sobre esa base, ahora Rio Grande do Sul enfrenta una de sus peores inundaciones. Sólo en los primeros cinco días de septiembre, en algunas zonas ya acumulan más de 300 mm de lluvia. Además, los modelos proyectan nuevos altos volúmenes en los próximos días.
Habrá que dilucidar si El Niño es responsable del ciclón que cubrió de agua este estado y la vecina Santa Catarina, pero lo que sí es concreto es que el trigo, ese destinado a pelear el autoabastecimiento, quedó en el centro de la escena y se esperan datos de posibles pérdidas.
Los pronósticos extendidos hacen foco en esta zona de Brasil, como la que va a recibir las lluvias más importantes en los próximos meses. No sea cosa que El Niño se pase de revoluciones y la bonanza que promete para Sudamérica sea solo parcial.