El mundo le sigue dando oportunidades a la Argentina

"Con un maíz a 175/180 dólares la tonelada como se vio esta semana para la posición abril 2013 mejoran las perspectivas para sembrar maíz en la zona núcleo", dice el corredor Javier Buján.

Después de la caída en el área sembrada con trigo, la apuesta más lógica era la soja. Las distorsiones del mercado, con los descuentos en el precio y los cupos a la exportación, auguraban una reducción de las hectáreas por cubrir con maíz. Una señal clara del Gobierno podría permitir un cambio de humor para una campaña más que ajustada.

Problemas de financiamiento, desaceleración en el arrendamiento de campos y freno a las inversiones son algunas de las consecuencias de la caída en el volumen de la cosecha de la campaña 2011/12 y de la incertidumbre que introdujo el Gobierno con las restricciones a la adquisición de dólares..

El campo está en condiciones de demostrarle a los creadores de "el modelo" que es el sector de la economía que le puede aportar divisas por exportaciones más rápido que cualquier otro. Por supuesto, sus exégetas se niegan a ver esta realidad. Siguen denostando a la soja, llaman a las entidades de productores "patronales agrarias" y pretenden dar cátedra del agregado de valor a las materias primas. En este último aspecto, más allá de algunos esfuerzos, el Gobierno tiene más fracasos que éxitos para exhibir. La reciente suspensión de trabajadores en las empresas olivícolas o en la productora de papas fritas congeladas McCain exhibe las debilidades de un modelo que apuesta al dirigismo de la economía como principal herramienta de gestión.

La fórmula de comercio exterior administrado que impone la dupla Guillermo Moreno-Beatriz Paglieri tiene como correlato el cierre de empresas y la pérdida de mercados. Temerosos de que la balanza comercial diera en rojo, decidieron frenar las importaciones desde Brasil, el principal socio comercial del país. El gobierno brasileño no se quedó de brazos cruzados y decidió exigir licencias para el ingreso de productos agroalimentarios. Peras, manzanas, papas fritas congeladas, aceitunas, vinos y maquinaria agrícola son, entre otros, los productos que padecen las torpezas del Gobierno en su relación con el mundo. El acuerdo de palabra alcanzado en la cumbre del Mercosur podría frenar la crisis.

De nada sirve que la presidenta Cristina Kirchner le diga al primer ministro de China, Wen Jibao, que debe comprar alimentos elaborados en lugar de materias primas si antes sus propios funcionarios no respetan a los sectores eficientes de la economía. Hay que recordar que China tiene como estrategia abastecerse de los productos que no puede elaborar fronteras adentro y procura diversificar a sus proveedores. Pero lo hace con quienes son confiables, como, por ejemplo, Chile, con quien ha firmado un acuerdo de libre comercio. Por más gestos de simpatía que desplieguen sus funcionarios en las giras no dan pasos hasta que no sean seguros.

En un mundo interdependiente, los caprichos deberían quedar en un segundo plano. Las alquimias son propias de los aficionados a la magia, no de los funcionarios públicos aunque algunos no lo entienden así. Para enfrentar los reclamos de los ruralistas que esta semana organizaron dos protestas en el partido bonaerense de La Matanza y en Córdoba, para quejarse por los bajos precios que reciben los productores, el subsecretario de Lechería, Jorge Videla, propuso la fijación de dos precios, uno para el mercado interno y otro para la exportación. Cuando esto sucede, ya se sabe lo que ocurre: no se respeta ni uno ni otro precio. Mientras el Ministerio de Agricultura siga corriendo detrás de los pasos de Guillermo Moreno no tendrá más herramientas de política agropecuaria a su mano que la de entregar ayudas económicas en forma discrecional.

Aún en el medio de esos desatinos, el mundo le sigue dando oportunidades a la Argentina.