Transcurridos ya dos meses del “semestre de la abundancia” (julio-diciembre), los precios de la hacienda no muestran hasta ahora el preocupante retroceso que en términos nominales tuvieron el año pasado, entre junio y agosto.
Hasta ahora, la demanda viene asimilando el aumento en la faena (13 por ciento en los primeros siete meses), un incremento que se vuelca todo al consumo doméstico y que ha permitido que la ingesta per cápita se ubique hoy cerca de los 65 kilos, nuevamente el más alto del mundo.
Los precios, estancados en términos nominales desde hace dos años, están en realidad cayendo en términos reales en forma acelerada.
Esto sucede en un contexto de inflación que se ubica en 25 por ciento anual (y que tiende a acelerarse con el correr de los meses) y de una tasa de devaluación (equivalente anual) que hasta hace poco era inferior al 20 por ciento anual y hoy supera el 30 por ciento. En definitiva, el kilo de novillo o de ternero tiene hoy en términos de costo de vida o de insumos ganaderos cada vez menor poder adquisitivo.
Por un lado, el aumento en la emisión y en el gasto público, y los aumentos salariales en los sectores formales de la economía han contribuido a mantener una masa salarial relativamente alta en términos reales, lo que ha permitido absorber la mayor oferta de carne vacuna que se está registrando.
Pero por el otro lado, la inflación desatada por el mismo Gobierno –ahora realimentada por la aceleración en la devaluación– está destruyendo mes a mes el valor real de la hacienda, a un ritmo entre el dos y el tres por ciento mensual.
Pese a este constante deterioro, muchos operadores –especialmente los feedloteros– consideran que el precio de la carne y de la hacienda ya han tocado un piso en términos reales.
Y en un contexto en el que la carne vacuna se ha abaratado frente a un crecimiento de los ingresos de la población y especialmente en términos de otros alimentos (farináceos, lácteos), no puede descartarse que, aún en un marco de una abultada oferta, se registre en los próximos meses, antes de fin de año, algún repunte en el precio del ganado en pie.
Tres años al hilo
Según los datos estadísticos publicados por Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) sobre existencias ganaderas, a marzo último había en el país una población de 694 mil terneros más que el año anterior. De esta manera, el destete nacional alcanzó a 13,4 millones de cabezas.
Se trata del tercer año consecutivo de aumento en el número de terneros destetados, consecuencia de un aumento en el número de vacas, que pasó de 20,5 millones en el 2011 a 21,9 millones este año (9,5 por ciento más) y de una mejora en la relación ternero/vaca, que pasa del 55,8 por ciento en 2010 (reflejo de la seca) a un 61,3 por ciento este año.
El porcentaje de procreo está lejos todavía del que se obtuvo –según cifras oficiales– en la década del 1990, cuando tocó un 71 por ciento de relación ternero/vaca.
Pero parece no sólo haber dejado los bajísimos índices de los años de la liquidación y de la seca, sino también haber superado los indicadores de los primeros años de la década pasada.
Los buenos índices de procreo logrados en los últimos tres años, entonces, serían consecuencia de que se han dado condiciones climáticas muy favorables en la primavera, en la época del servicio; de baja carga, que favorece un mejor estado corporal de los vientres en servicio; y del mayor cuidado prodigado a los vientres, como consecuencia de los excelentes precios que han tenido los terneros en años recientes.
Ignacio Iriarte