Conocer la calidad del agua es fundamental para el productor al momento de tomar decisiones y definir el manejo de los rodeos. El balance de las sales beneficiosas o perjudiciales que la compongan determinará si es apta para su consumo y las consecuencias en el desarrollo productivo.
“Si un animal consume agua de mala calidad, baja su capacidad productiva y puede transformarse en un factor limitante del estado sanitario, con la consecuencia de sufrir importantes pérdidas económicas”, expresó Josefina Marinissen, del grupo de producción animal del INTA Hilario Ascasubi –Buenos Aires–.
Como en todo proceso, destacó Luciana Dunel, especialista de la misma unidad, diagnosticar la calidad requiere de un primer paso: “Clasificar el agua y conocer si puede utilizarse para el consumo del ganado es clave en el ciclo productivo y un complemento para determinar un manejo óptimo de la dieta”.
La cantidad de sales totales presentes en el agua dependerá del objetivo productivo de cada establecimiento. Así, “aguas que contienen menos de un gramo de sales totales son consideradas óptimas para el consumo animal, aunque son deficientes y es necesaria la suplementación con mezclas minerales”, aseguró Dunel.
De acuerdo con Marinissen, el agua actúa en el ganado como un amortiguador entre su temperatura y la del ambiente, además favorece la fermentación de los alimentos. Si posee la salinidad adecuada contribuye al consumo y asimilación de minerales como: calcio (Ca), magnesio (Mg) y sodio (Na).
“Por lo general, el productor realiza el análisis cuando detecta un problema sanitario en el rodeo que no está relacionado con la calidad del forraje”, indicó Marinissen, quien además agregó que “los síntomas son: menor ganancia de peso, pérdida del estado corporal, diarrea, disminución en el consumo de forraje, problemas reproductivos y, en los casos más extremos, mortandad”.
Los excesos o deficiencias de minerales presentes en el agua de bebida tienen un fuerte impacto en la salud y en la producción final, por lo que “toda el agua, independientemente de la fuente, debería analizarse cada año”, recomendaron las especialistas.
Sales, minerales y algo más
Las aguadas que presentan menos de 1,5 gramos por litro de sales totales (ST) –la suma de todos los compuestos solubles– se caracterizan como “poco engordadoras”; esos casos requieren suplementación mineral tanto en sistemas de cría, invernada o tambo. En cambio, las que poseen de 2 a 4 gramos por litro de ST son conocidas como “engordadoras” debido a que no es necesaria la suplementación.
Sin embargo, “cuando los valores de las aguadas superan los cuatro gramos restringen el consumo voluntario de agua y la producción por animal disminuye. Si los niveles exceden los siete gramos, se desaconseja su uso”, explicaron las especialistas.
Asimismo, las sales que afectan en mayor medida a la calidad son los sulfatos, el arsénico y el flúor. “Su presencia –dijo– define la inaptitud para ser consumida. Son elementos altamente tóxicos, purgantes y poseen un característico sabor amargo”.
Por otro lado, a las sales se suman elementos como sodio, potasio, calcio y magnesio a la hora de definir la calidad del recurso hídrico: “En general, a menos que se encuentren en concentraciones elevadas, son beneficiosos y no producen efectos negativos”, afirmó Dunel.
Fuente: INTAInforma