Entre las claves destacó la importancia de la gestión de los fertilizantes orgánicos e inorgánicos. En cuanto a los de origen orgánico la aplicación de estos resulta en una valoración de los mismos, que de otra manera resultarían desechados generando un problema medioambiental grave por la concentración de nutrientes en lugares específicos y la posterior contaminación de napas.
“Lo más importante es que los nutrientes sean reciclados dentro del campo” precisó el especialista.
Un tema muy importante es trabajar con análisis de laboratorio, tanto para el suelo como para los efluentes, ya que de otra manera sería imposible mensurar el efecto de la práctica fertilizadora. En cuanto a los nutrientes el nitrógeno es clave ya que al ser sumamente móvil en el suelo se puede lixiviar con facilidad a la napa. En cuanto a fosforo, magnesio, potasio, calcio y micronutrientes esto no reviste un problema de gravedad.
Sosa explicó que hasta un 80% del nitrógeno ingerido es excretado en el caso de rodeos lecheros, situación similar en calcio y magnesio, y más grave en fosforo y potasio de alrededor de un 90%. Si bien hay datos acerca de composición química de los efluentes, el ing. destacó que es imprescindible realizar un análisis previo para saber tanto la dosis que se aplica como la eficiencia de la práctica realizada.
En general los efluentes dependen de diversos factores, tales como edad y tipo de animal, sistema de manejo, tipo de alimentación y época del año. Además, si los efluentes se almacenan en fosas aparece el problema de la decantación, durante la cual tanto el fosforo como el nitrógeno orgánico decantan al fondo mientras que el nitrógeno amoniacal y el potasio se encuentran diluidos en la solución por lo que sería necesaria una remoción o agitación para homogeneizarla.
En la cancha se ven los pingos
Además de la teoría el ingeniero presentó resultados de ensayos realizados por el INTA en la zona de Rafaela en los cuales se destaca el fuerte aumento del fosforo y de la materia orgánica del suelo.
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