Si bien hay industrias, como el caso de la azucarera, que tradicionalmente abastecieron parte de su demanda con el desecho de su producción, en los últimos tiempos estas empresas apostaron por sumar los descartes de la caña e inclusive incorporar madera para diversificar la fuentes de energía.
Ese es el caso de Ledesma en su planta de General San Martín (Jujuy), donde ya se venía utilizando cerca del 50 por ciento del residuo de la caña de azúcar para generar energía y que comenzó a partir de 2010 un programa denominado Gas Cero, que apunta a remplazar el uso de las energías tradicionales.
Antes de comenzar el programa, Ledesma se abastecía en un 43 por ciento con los desechos de la producción de azúcar y en un 57 por ciento con gas.
Tras apostar durante 4 años al uso de la biomasa, principalmente de malhoja, el uso de energía renovable creció hasta explicar el 53 por ciento del consumo.
"No sólo generamos empleo y una fuente de energía renovable, sino que también ahorramos divisas", dijo Miguel Ullivarri, del Departamento de Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable de Ledesma. Ullivarri explicó que "en el 2008 la empresa comenzó a buscar un alternativa frente al costo de la energía y a ciertos niveles de oferta de gas que podían bajar, por lo que se decidió apostar a la biomasa".
"Hoy por hoy, hemos logrado abastecer un 10 por ciento más de nuestra demanda y generar 80 nuevos puestos de trabajo", dijo Ullivarri.
Según explicaron desde la empresa, el costo de producción de la energía renovable es similar al del gas, que cuenta con un subsidio del Estado nacional, por lo que se infiere que sin este aporte, la energía renovable incluso podrís ser más barata que la tradicional.
"No sólo generamos empleo y una fuente de energía renovable, sino que también ahorramos divisas. Estamos remplazando gas que se importa de Bolivia a un precio alto", dijo Ullivarri. La experiencia de Ledesma en el sector azucarero se replica también a otros sectores, como la producción de aceites y semillas.
Nidera, que produce aceites y semillas, viene trabajando con la biomasa en sus plantas de las localidades de Venado Tuerto y Junín. En la planta de Junín se queman cáscara de soja y girasol, además de las chalas y el marlo del maíz, logrando abastecer el 80 por ciento de la demanda energética.
Monsanto tiene un emprendimiento similar en la localidad bonaerense de Rojas, donde abastece de chalas y marlos de maíz a la cooperativa eléctrica local, que luego vuelca esa energía al sistema.