Fernando Vilella, docente de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA), presentó un informe del INTA y el INTI que ubica a la Argentina como líder de la tabla mundial de países con menor huella de carbono del maíz. Sobre esta base, y con un enfoque bioeconómico, el docente profundizó en las múltiples ventajas para el territorio que brindaría industrializar el maíz.
Vilella presidió el Congreso MAIZAR 2023, en el que se presentó el trabajo sobre huella de carbono del maíz
"Cuando hablamos de la huella de carbono de un cultivo, el maíz en este caso, nos referimos a la suma de los distintos gases con efecto invernadero que se emiten al producirlo", dijo Vilella, quien también es director del Programa de Bioeconomía de la FAUBA.
Y añadió: "La huella de carbono incluye el proceso productivo total del producto. Para calcularla, abarcamos, como se suele decir, ?desde la cuna al cementerio'. O sea, incluimos desde los insumos usados y su elaboración, hasta que el alimento a base de maíz -en este caso- es consumido, incluyendo el transporte. Lo importante es que se realiza en base a estándares ISO y a las recomendaciones del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático, lo cual permite comparar y mejorar procesos productivos".
El especialista trabajó junto Rodolfo Bongiovanni y Leticia Tuninetti, profesionales del INTA y del INTI, respectivamente y presentó un trabajo en en el Congreso MAIZAR 2023.
"La Argentina tiene el maíz con la menor huella ambiental del mundo. Como cada gas tiene un efecto ambiental distinto, para sumarlos usamos una unidad común, que se llama ?kilo de dióxido de carbono equivalente'.
La huella de C del maíz argentino es 1.246 kg de CO2 equivalente/ha. Si lo comparamos con el promedio mundial, que es 2.950 kg de CO2 equivalente/ha, se ve que estamos un 58% por debajo del resto de los países productores", sostuvo Vilella.
La comparación con los productores líderes habla por sí sola: "Estamos un 27% por debajo de Estados Unidos, un 52% debajo de Brasil, un 57% debajo de China y un 48% debajo de Canadá. Son valores muy promisorios".
Las claves del éxito
Según Fernando Vilella, hay dos razones que explican la baja emisión de GEI del maíz, destaca el informe de la FAUBA. La primera es la siembra directa, una tecnología en la que se apoya buena parte de nuestro sistema de producción de granos. Su impacto ambiental es reducido porque requiere quemar menos litros de gasoil que las labranzas tradicionales.
"Las tasas de fertilización en nuestro país no reponen los nutrientes extraídos, y ese es un punto a considerar", advirtió Vilella
La segunda clave que indicó el docente es el bajo empleo de fertilización nitrogenada en este cultivo. Esos fertilizantes emiten gases de efecto invernadero más potentes que el CO2. Otros países aplican más kilos por hectárea que nosotros, y eso es decisivo para las emisiones de GEI. "
"La baja huella de nuestro maíz se traslada a los productos que se elaboran con él. Por eso, industrializarlo haría posible generar complejos industriales, desde los alimentos hasta las bioenergías.
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