El superclásico decepcionó a propios y extraños y terminó sin goles, como no ocurría desde hace 11 años cuando se enfrentaron Reinaldo Merlo de un lado y su amigo Alfio Basile del otro.
River fue el más ambicioso ante un Boca, que tiene muchos problemas para generar fútbol del mediocampo para adelante, con un Carlos Tevez que tiene una amnesia futbolística profunda y sin un delantero de área que sirva de referencia para sus compañeros.
River manejó el mediocampo con Ponzio y Domingo y a partir de allí buscó el ataque, aunque sus principales llegadas fueron con pelota parada. Gabriel Mercado de cabeza se perdió un gol, pero lo más claró fue un remate de Rodrigo Mora que rebotó en un poste, cuando Agustín Orion no tenía nada que hacer.
En Boca, las únicas llegadas fueron pelotazos o largos centros, que facilitaron la tarea de Barovero.
River, por momentos, dominó casi a voluntad, pero aunque Gallardo acumuló delanteros, le faltó claridad para definirlo, y cuando lo tuvo Mora fue Orion quien se lo sacó. Fue un partido donde no hubo ni polémica, por lo que muy pronto será olvidado.