El año comenzó con una sensación de resguardo, el fenómeno del Niño era una supuesta garantía de riego en los momentos claves de los cultivos de verano. Pero los mecanismos regionales no se acoplaron al flujo de humedad a mediados de enero y pusieron en jaque a las reservas. El agobiante calor combinado con lluvias pobres o inexistentes le dio un giro de 180 grados al escenario húmedo. Todo indicaba, en un principio, que la soja de primera superaría los 40 qq/ha en promedio.
Hoy cae a 38 qq/ha, y ya hay pisos de 20 quintales. El follaje viró a tonalidades castañas mientras las vainas se debilitan y caen. Pese a ello, los cuadros que presentan sequía superficial pero reservas en profundidad continúan en la lucha y mantiene las buenas perspectivas. El 47% de los cuadros está fructificando y un 53% en llenado de granos. Las plagas insectiles no protagonizan la campaña, las orugas son escasas y le cedieron un humilde lugar a las chinches. Las arañuelas y trips son atraídas por la sequía del noreste bonaerense. Por su parte, la oleaginosa de segunda siembra se califica regular en el 24% del área lejos de cerrar el entresurco. La abscisión de flores por falta de agua compromete al cultivo.
¿Y la lluvia?
A partir de la madrugada del viernes 5/2 se prevén tormentas aisladas. Pero el momento clave es el domingo y lunes, con posibilidades de registros superiores a los 50 mm. Para el martes 9, un sistema frontal frío estabilizará el tiempo.