Pocas cosas son más placenteras que un buen masaje en los pies. No hace falta haber pasado por un consultorio de reflexología para constatar la influencia benéfica y relajante de sentir el contacto de las manos acariciando nuestros fatigados talones, dedos y las plantas sobre las cuales, la mayor parte del día, apoyamos el peso de nuestra existencia (en el más amplio sentido del término).
Para la reflexología, práctica milenaria conocida por diversas culturas del mundo, esto no es casual sino, por el contrario, la comprobación de que en nuestros pies se "reflejan", a través de conexiones nerviosas y energéticas, todos los órganos de nuestro cuerpo. Y como esta terapia se enmarca dentro de una filosofía holística de la medicina, debemos tener muy en cuenta que dentro de nuestros zapatos también se esconden nuestras emociones.
A través de los masajes, movimientos y presión aplicada sobre cada zona de la planta o el dorso de los pies, la reflexología busca recuperar la homeostasis (la capacidad del organismo para regular su propio equilibrio), favoreciendo la circulación sanguínea y desbloqueando energía estancada. Vale aclarar que esta técnica puede aplicarse a las manos y al rostro, ya que también allí se encuentran zonas reflejas.
MIL Y UN BENEFICIOS
Nora López, presidenta de la Asociación Argentina de Reflexólogos, nos cuenta que este método "además de aliviar el estrés, activar la circulación sanguínea y energética, y aflojar contracturas, también mejora la calidad del sueño y favorece mecanismos de depuración y eliminación de toxinas. Asimismo, activa el sistema inmune". Como si fuera poco, más allá de estas múltiples ventajas, la reflexología mostró buenos resultados en enfermedades como alergias de la piel, artritis, bruxismo, dolores de cabeza, dolores articulares y cálculos renales. Pero una de las principales razones para su inclusión en los tratamientos de la medicina tradicional son los alcances demostrados en las terapias paliativas y de rehabilitación. "La reflexología se utiliza mucho en la rehabilitación de personas que han sufrido infartos, que reciben quimioterapia o que padecen de fibromialgias", acota López. A tal punto se demostró su eficacia en este sentido que desde 2008 el Hospital de Clínicas de la Ciudad de Buenos Aires incorporó esta terapia a varios de sus servicios, entre ellos el de Oncología y el de Obstetricia. "Practicamos reflexología a las mujeres que cursan embarazos de alto riesgo y padecen angustia, dolores o edemas, en internaciones que son muy largas –sigue la reflexóloga, que es parte de ese proyecto-. También a los pacientes oncológicos que llegan al hospital para recibir quimioterapia. Para ellos es genial, los alivia mucho, les hace muy bien". La experiencia fue tan positiva que la institución extendió la prestación a los consultorios externos, por lo que en la actualidad cualquier persona puede pedir un turno para una sesión de reflexología como lo haría en un consultorio privado.
PRESENTE Y PASADO
Se estima que el origen de la reflexología data de hace al menos cinco mil años, cuando ya en Oriente la medicina tradicional china e hindú la utilizaban como un método de cura para diversos trastornos y malestares, entendiendo que cuerpo y alma son una unidad indivisible. Pero también en Egipto se han encontrado evidencias de su aplicación, y en la Europa renacentista aparecieron algunos libros que la describen. En cuanto a la reflexología moderna, su precursor fue el norteamericano William Fitzgerald, un otorrinolaringólogo que a principios del siglo XX desarrolló la teoría de las Terapias Zonales basándose en la descripción de los meridianos (canales de energía que atraviesan nuestro cuerpo de la cabeza a los pies) de la medicina china. A través de uno de sus seguidores, Joe S. Riley, este nuevo conocimiento llegó hasta la fisioterapeuta Eunice Ingham, quien finalmente aplicó el hallazgo a un tratamiento concreto y realizó el primer mapa de las áreas reflejas de pies y manos, que es el que se utiliza hasta el día de hoy.
EL LENGUAJE DE LOS PIES
Para entender todavía un poco mejor el maravilloso espejo que guardan nuestros pies, debemos tener en cuenta las principales correspondencias entre ellos, el cuerpo y la lectura holística que surge de esa relación:
Los dedos reflejan las áreas de la cabeza y el cuello, lo que involucra al plano mental y espiritual (pensamientos, ideas, imaginación, comunicación, creatividad, intuición, etc.) y a órganos como los ojos, oídos, senos nasales, garganta y tiroides, entre otros
En el colchón metatarsiano (el área blanda y prominente sobre la que descansan nuestros dedos), el istmo plantar (el borde exterior del pie) y los tendones del dorso están reflejados el tronco y los brazos (lo que comprende al corazón, pulmones, codos, espalda, etc.) y el plano del impulso y la acción (sentimientos, identidad, responsabilidad y coraje)
La bóveda plantar (el hueco o arco del pie) refleja el área del abdomen y la esfera emocional: esto comprende al aparato digestivo, los riñones, las glándulas suprarrenales y a su vez se relaciona con los afectos, los miedos, la vulnerabilidad, el estrés y la aceptación de la vida
En la zona del talón y el tendón de Aquiles se ven reflejadas la pelvis, las piernas y el plano instintivo: esto guarda relación con órganos como la vejiga, los ovarios, útero, testículos y próstata, y aspectos como la alimentación, la sexualidad, el trabajo y la familia