Con la suba del precio internacional de la soja registrada en las últimas semanas se licuaron los premios del negocio de nicho de la soja orgánica no transgénica.
En lo que va del presente año 2015 se declararon exportaciones argentinas de 11.160 toneladas de porotos de soja no modificados genéticamente certificados como “orgánicos” por un valor de 7,88 millones de dólares. Todos los envíos se destinaron a EE.UU.
Los porotos de soja orgánicos registraron en el primer trimestre de este año precios 139% a 176% más elevados que el FOB oficial publicado por el Ministerio de Agroindustria (correspondiente a la soja transgénica convencional).
Sin embargo, a partir de abril –con el ingreso de la cosecha argentina 2015/16– los diferenciales entre ambos productos comenzaron a descender para ubicarse en un rango de 74% a 103%.
Pero ese no era el final de la historia: a medida que en las últimas los precios internacionales de la soja comenzaron a subir en Chicago (CME Group), los valores de la soja orgánica no acompañaron ese proceso y el diferencial se fue reduciendo hasta alcanzar actualmente un rango de 25% a 53% (ver gráfico).
La soja “orgánica” se suele emplear para elaborar alimentos de consumo directo –tales como tofu o leche de soja– destinados a personas de alto poder adquisitivo.
En los últimos años referentes del movimiento orgánico argentino comenzaron a realizar actividades de difusión orientadas a promover la producción de soja orgánica en las zonas de exclusión periurbanas instrumentadas por algunas autoridades municipales. Pero la demanda potencial del producto es por el momento demasiado pequeña para incentivar un crecimiento importante de la oferta (una producción de 11.116 toneladas, por ejemplo, corresponde a una producción realizada en menos de 4500 hectáreas considerando un rinde de 25 qq/ha).