No estaba previsto en la agenda. Pero la situación en el mercado cambiario obligó a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner a convocar ayer por la tarde a una reunión de urgencia en Olivos con el equipo económico en pleno. Un hecho inédito en su gestión, que no suele comulgar con los encuentros entre varios funcionarios, y revela la preocupación del Gobierno con la cuestión cambiaria.
El blue cerró ayer a $ 8,75 y disparó en Olivos una serie de propuestas y acusaciones cruzadas entre los funcionarios que asistieron al cónclave K. Allí se sentaron el ministro de Economía, Hernán Lorenzino; la presidenta del BCRA, Mercedes Marcó del Pont; el secretario de Política Económica, Axel Kicillof; el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, y el titular de la AFIP, Ricardo Echegaray.
Se evaluaron distintas opciones bajo la premisa de que "algo hay que hacer con el dólar negro", según expresó uno de los asistentes. La mayoría de las críticas fueron para dos funcionarios: la titular del BCRA, Mercedes Marcó del Pont (a quienes le endilgan inacción en el mercado cambiario) y el jefe de la AFIP, Ricardo Echegaray, quien impulsó el recargo del 20% en el dólar turista cuyo objetivo (desalentar la salida de divisas vía viajes y compras afuera) se esfumó en menos de 48% por el salto del blue.
Moreno fue quien les apuntó a ambos funcionarios con mayor virulencia. El secretario de Comercio Interior deslizó la necesidad de acelerar el ritmo de devaluación del dólar oficial para impulsar la industria y calmar al blue. Hasta reflotó la idea de relanzar la Junta Nacional de Granos ante lo que considera es la retención de exportaciones injustificada que realiza el campo.
Lorenzino se mostró dispuesto a una solución de mercado, medida que apoyó el vicepresidente Amado Boudou. Si bien este último no estuvo en la reunión en Olivos, luego se sumó al encuentro que todo el equipo económico mantuvo en el Palacio de Hacienda hasta última hora de anoche, evaluando medidas para presentarle a la Presidenta. El vicepresidente insistió en la necesidad de concretar un gran acuerdo de precios y salarios hasta las elecciones. Kicillof, en tanto, se volvió a mostrar partidario de formalizar el desdoblamiento cambiario que, asegura, ya existe de facto.
Hasta la semana pasada la Presidenta comentaba en más de una reunión: Que se vaya a diez, doce pesos (el blue). No me importa. La mandataria repitió esa frase en distintas reuniones con colaboradores. Según una interpretación que hicieron cerca del Gobierno, esta definición de política cambiaria se filtró en el mercado y disparó la cotización de la divisa informal ayer.
El dilema de Cristina es que acelerar la devaluación del dólar oficial es una medida políticamente incorrecta en el año electoral.
Hasta los días previos a su viaje al Vaticano la mandataria insistía con restarle importancia a un mercado que considera marginal. Para ella, es un impuesto al que va contra el país, dijeron a El Cronista en una de las tantas comandancias económicas del Ejecutivo. Un funcionario le escuchó decir a la Presidenta: Si tengo dólares para pagar la deuda y las importaciones, no me importa más.
Lo cierto es que ahora la decisión está tomada y en las próximas horas se conocerán medidas para frenar la estampida del dólar paralelo. En el Gobierno gana adeptos la idea de no ignorar más al blue.
Otra de las medidas en danza que se barajaron en el brainstoming de anoche fue adelantar el pago de deudas que vencen en los próximos meses en el exterior, para generar confianza y al mismo tiempo evitar posibles embargos en EE.UU. si el fallo de la Corte de Apelaciones que se conocerá en las próximas semanas resulta adverso. No quieren cimbronazos adicionales a los domésticos.