“Lo primero es separar los ambientes. El apotreramiento se realiza según el ambiente y se los subdivide con alambrados eléctricos”, señaló Pablo Preliasco, especialista de la Fundación Vida Silvestre. Así, se manejan los descansos, los pastoreos y se dejan semillar determinadas especies para favorecerlas.
De este modo, “ordenar la actividad tiene sus beneficios”, aseguró Eduardo Obregón, especialista en producción animal del INTA. La propuesta consiste en pastorear de manera controlada los potreros conservando las especies vegetales. “Esto permite aumentar la productividad ganadera y la de los pastos de mayor calidad”, agregó.
De acuerdo con Obregón, el pastoreo controlado mejora la condición y el valor forrajero del pastizal debido a que se utiliza cada ambiente en el momento oportuno. Este manejo permitió un incremento inmediato de la carga animal en un 30% como consecuencia de la mejor distribución de los animales. Unos años después, el incremento de la producción de los pastos invernales permitió que el aumento de la cantidad de vacas por hectárea alcance el 50 y 70%.
“Es que los pastizales son tan generosos que, ante buenas prácticas de manejo por parte del productor, responden con mayor productividad y más calidad. Sin dudas, trabajar por la conservación permitió mejorar la producción”, destacó Obregón.