Un nuevo escándalo alimentario sacude Europa: carne de caballo en vez de vacuna detectada en las hamburguesas, en la lasagna o en la salsa bolognesa. Pocas son las respuestas que se están dando, sobre todo a la principal: ¿dónde se cometió el fraude?
La carne de caballo todavía se consume en algunos países europeos, como por ejemplo en Italia. Pero declarar como carne de vaca la de caballo es una clara violación de las normas. Autoridades sanitarias y políticos consideran que hay "manipulación delictiva", tal como afirmó el ministro de Medio Ambiente británico, Owen Paterson.
En los últimos años se ha registrado en toda Europa un aumento de carne equina destinada a la producción de alimentos. Tan sólo en un país de caballos como Irlanda, donde el animal es para muchos un símbolo de estatus social, unos 24.000 caballos acabaron en el matadero en 2012, según cifras del Ministerio de Agricultura irlandés. Tres años antes esta cifra apenas superaba los 3000. En el vecino Reino Unido, la cifra de animales sacrificados para el consumo aumentó en el mismo período de 3000 a 9000.
Un irlandés recibe unos 300 euros por caballo que llega al matadero. Y si lo sacrifica un veterinario tiene que pagar 300 euros. La crisis económica en la isla seguro que ha contribuido a agravar el problema y posiblemente muchos irlandeses se han visto abocados a vender sus animales. Otra posible razón es que los precios de la carne vacuna se han mantenido altos y apenas se haya podido cubrir la demanda completa. La carne vacuna cuesta unas cinco veces más que la de caballo.
Se da por descontado que la carne se exporta casi en su totalidad a Francia o a Italia, a falta de compradores en países donde adoran los equinos como Irlanda o Reino Unido. En ambas islas se considera un tabú comer esa carne.
A todo ello se suma una desafortunada circunstancia: si no es muy frecuente el sacrifico de caballos, entonces hay poca normativa que lo regule. Según las disposiciones europeas, los caballos tienen tener su "pasaporte equino" (documento de identidad) y los veterinarios bloquean el uso de su carne si han recibido algún medicamento. Pero parece que casi nadie controlaba la aplicación de esa norma.