Según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadísticas (IBGE) con base en visitas al campo hechas en enero, la producción de cereales, leguminosas y oleaginosas de Brasil este año superará en 8,1 millones de toneladas la de 2020.
Por cierto, la cosecha de granos en 2020 ya había sido en un 5,2 % superior a la de 2019 (241,5 millones de toneladas), por lo que, de cumplirse la proyección para 2021, Brasil encadenará tres años consecutivos con producción récord.
En tanto, el aumento del área cultivada favorecerá especialmente los cultivos de soja, maíz y arroz, en esa orden los principales productos de Brasil y que responden juntos por el 93,4 % de la producción nacional y por el 87,8 % del área plantada.
En números, Brasil recogió en 2017 una cosecha récord de 238,7 millones de toneladas pero la producción cayó en 2018 a 227,5 millones de toneladas antes de que volviera a subir y a, según las proyecciones, marcar tres récords anuales consecutivos. El aumento previsto para este año será posible principalmente gracias a que los productores elevaron en un 2,1 % el área a ser cosechada este año, desde 65,4 millones de hectáreas en 2020 hasta 66,8 millones de hectáreas en 2021, según el IBGE.
Por cierto, el área destinada al cultivo de maíz fue elevada este año en un 3,2 % (hasta 18,8 millones de hectáreas), la de la soja en un 3,0 % (38,2 millones de hectáreas) y la del arroz en un 0,6 %. Tales elevaciones permitirán que la producción de soja alcance este año un récord de 130,3 millones de toneladas, con un crecimiento del 7,2 % frente a la de 2020, y que la de maíz aumente un 0,4 %, igualmente hasta un récord de 103,7 millones de toneladas.
En definitiva, el registro de tres años consecutivos de producción récord fue posible principalmente por las nuevas tecnologías y semillas que elevaron la productividad y convirtieron al país en una potencia agrícola mundial, ya que, en comparación con 1996, el área sembrada tan sólo se duplicó: desde 33 millones de hectáreas hace 24 años hasta 66,8 millones de hectáreas en 2021. De esta forma, el sector agrícola fue uno de los menos afectados por la pandemia en Brasil y su producción aumentó incluso en los meses en que rigieron las medidas de distanciamiento social impuestas para frenar el avance de la covid-19.