Argentina es el cuarto productor mundial de harina de soja y el mayor exportador, concentrando de hecho más del 40% del mercado de exportación global. Este salto desde la cuarta posición productora al primer e indiscutido lugar como exportador, se explica porque al excedente productivo se suma el bajo consumo interno de la harina en Argentina.
Otros grandes productores de harina de soja, entre ellos Brasil, tienen menores saldos exportables del producto ya que gozan de una demanda doméstica para alimentación animal muy fuerte (ya sea porque tienen un gran mercado interno por alimentar, porque ostentan una industria cárnica exportadora muy desarrollada, o ambos).
«La serie de datos de producción y usos de la harina de soja en Argentina graficada a continuación, muestra cómo, ya antes del inicio del segundo milenio, la utilización de harina de soja para alimentación animal era muy baja en relación a la harina producida», señala el informe de la Dirección de Informaciones y Estudios Económicos.
En la campaña 1996/97, apenas el 3% del derivado de la soja se insumía en la cría de animales. Actualmente, la demanda doméstica para consumo animal asciende a 4 millones de toneladas, es decir, a poco más del 12% de la producción. Se tiene entonces que en el período considerado esta demanda se cuadruplicó ganando además participación relativa, aunque sigue siendo extremadamente baja.
En el período considerado, gracias a la fuerte inversión privada en plantas industriales de gran escala y a la expansión de la frontera productiva de la oleaginosa, la producción nacional de harina se triplicó pasando de 9 millones de toneladas en 1996/97 a 29 Mt en 2019/20. Este mayor volumen de producto tenía básicamente dos grandes fuentes de demanda a las cuales volcarse: exportación directa o industrias domésticas (principalmente cárnicas). La historia ha demostrado, que Argentina sostuvo en el segmento de la harina de soja una clara orientación hacia la exportación. El mayor volumen logrado por la industria oleaginosa en el período considerado se volcó en un 82% a la exportación y apenas en un 17% a las industrias locales.
«Analizando los mismos indicadores para Brasil, lo observado es sustancialmente diferente», destacan los investigadores. El país vecino parte ya en 1997 con una demanda interna por harina de soja que absorbía el 34% de su producción local. En el período considerado, la producción de harina brasileña se duplicó pasando de 16 millones de toneladas en 1996/97 a 36 Mt en 2019/20. Cabe destacar que, en contraste con lo sucedido en Argentina, el 64% del aumento en producción brasileña se volcó a industrias internas y solo el 34% contribuyó a mayores exportaciones de harina.
Así, se tiene que Argentina ha incrementado proporcionalmente más que Brasil su producción de harina de soja en las últimas dos décadas, pero sólo una porción menor de dicho crecimiento se volcó al mercado doméstico como insumo de otras industrias. El hecho cobra especial relevancia cuando entra en consideración el gran potencial exportador que tiene Argentina en materia de carnes y la diferencia en el valor de las exportaciones de harina y carnes. A modo de referencia, en el 2020 el valor medio de la tonelada exportada de harina de soja argentina fue de US$ 323, mientras que el precio promedio de las toneladas de carne exportadas fue de US$ 2.780.
Actualmente, «Argentina exporta 1 tonelada de carne (orígenes bovino, porcino y aviar) por cada 25 toneladas de harina de soja despachadas», destaca el informe. Si bien esta relación es la menor de la serie estudiada, no dista demasiado de la relación que existía entre exportaciones de ambos productos en 1997. Con esto, se pueden observar ciclos con relaciones más favorables a las carnes y otras a la harina de soja, provocados por fluctuaciones en las cosechas o cambios en políticas económicas que afectaran a uno y otro sector. No es posible, sin embargo, distinguir una clara tendencia para este indicador.
Brasil, en cambio, ha transitado en las últimas décadas un firme camino hacia la maximización de la exportación de carnes. En 2020, el gigante sudamericano exportó 1 tonelada de carne por cada 3 toneladas de harina de soja despachadas. No solo que la relación Tn harina de soja/Tn carne de hoy es más de 5 veces inferior a la vigente en 1997, sino que es el resultado de un desarrollo sostenido de la industria cárnica, un modelo que Brasil ha ido profundizando y que en los últimos años le ha permitido abastecer gran parte de la espectacular demanda china de proteína animal.